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Riosucio
 

VISITA A LOS TERRITORIOS INDÍGENAS
 DE RIOSUCIO Y VIEJO CALDAS EN 1943

Por: Luis Duque Gómez

INFORME DE LA VISITA ANTROPOLÓGICA REALIZADA EN 1943 POR EL PROFESOR LUIS DUQUE GÓMEZ AL DEPARTAMENTO DEL VIEJO CALDAS, CON ESPECIAL REFERENCIA A LOS INDÍGENAS DEL RÍO LA VIEJA (QUINDÍO), RIOSUCIO Y SUPÍA (CALDAS) Y QUINCHÍA (RISARALDA), ADEMÁS DE A LA COMUNIDAD NEGRA DE GUAMAL
 (SUPÍA, CALDAS)

1Nota de Albicentenario: Este documento se localiza en la Biblioteca del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) en Bogotá, y de él se hace referencia en el libro de Nancy Appelbaum Dos plazas y una nación: raza y colonización en Riosucio, Caldas. 1846-1948 (Uniandes, U. del Rosario e ICANH, 2007)(http://albicentenario.com/index_archivos/Page1314.htm ). 

El documento es de extraordinaria importancia, porque es como una fotografía de ese momento de las comunidades indígenas de la región, en el doble sentido de la realidad vista y de los conceptos antropológicos usados para mirar esa realidad. También capta una de esas paradojas tan comunes en nuestro complicado país: mientras se da un avance cultural importante con la creación del Instituto Etnológico, se decreta la disolución de los resguardos indígenas.

 

INSTITUTO ETNOLÓGICO

INFORME DE INVESTIGACIÓN DEPARTAMENTO DE CALDAS

IND 0135

Bogotá, agosto 16 de 1943.

Señor
DIRECTOR DE EXTENSIÓN CULTURAL Y BELLAS ARTES
E.    S.    D.

Tengo el gusto de dirigirme a Ud. para rendir el informe solicitado en la credencial que ese despacho me otorgó para realiza algunas investigaciones en el departamento de Caldas y en algunos otros lugares del Occidente colombiano, por comisión especial del Instituto Etnológico Nacional.

Las labores se iniciaron con una entrada en el versante occidental de la Cordillera Central, en los municipios de Pradera y Palmira (Valle), con el fin de localizar unas tribus indígenas, de cuya existencia habían llegado noticias al Instituto Etnológico Nacional. Fueron encontradas en los sitios denominados “Los Indios”, “El Nogal” y “San Isidro”, a todo lo largo del río Bolonegro. Después de hacer algunas investigaciones entre estas gentes y de levantar una ligera encuesta lingüística, se comprobó que no se trataba de indios Pijao, como se creía, sino de tribus Páez, cuya colonización avanza en esta zona hasta los sitios de Chinche y Potrerillo, al norte de Palmira.

De Pradera pasó la comisión al río La Vieja, ya en el departamento de Caldas, con el fin de visitar una tribu indígena que tiene su asiento en las márgenes de este río. Efectivamente, se localizó a unas veinte cuadras de la desembocadura del río Espejo, en un punto llamado “La Arenosa”. Se trata de un grupo perteneciente a la conocida familia de los Chamí, los cuales conservan su idioma y casi todo el patrimonio de su cultura primitiva. Esta tribu se derrama en la actualidad por gran parte del Occidente de Caldas, especialmente por los municipios de Supía, San Antonio del Chamí, Mistrató, Riosucio, Quinchía, Apía, Mocatán, Arauca, Risaralda, hasta llegar al Valle del Cauca, especialmente al municipio de Obando. Su lengua se logró identificar como perteneciente al grupo Chocó, lengua esta que Rivet clasificó últimamente como de origen Karib. Se tomaron algunos datos y fotografías sobre su vivienda, costumbres y demás. En la actualidad viven en este sitio unas treinta familias, venidas del norte del Departamento desde hace unos cincuenta años.

Parece que los indios que se encuentran organizados en comunidades en los municipios de Riosucio, Quinchía y Guática son del mismo origen de los de la familia Chamí; a esta conclusión llegamos después de recoger sobre el terreno un buen número de datos y consultar la tradición que se conserva entre estas gentes.

Del Quindío se trasladó la comisión a Riosucio, uno de los núcleos indígenas más fuertes del departamento de Caldas. Allí viven más de 15.000 indios, agrupados en parcialidades y amparados por la Ley 89 de 1890. En esta zona desapareció por completo el idioma primitivo, lo mismo que en Quinchía y Guática; la mayoría de las costumbres puede decirse que son las de los blancos; solo el tipo se conserva relativamente muy puro, especialmente en algunas de las parcialidades. No obstante, existen algunas palabras de origen indígena en esta región, las cuales han sido incorporadas definitivamente al español y que seguramente son de origen Chamí.

La población indígena de Riosucio está distribuida en la siguiente forma:

Parcialidad de San Lorenzo         5.000
“           “   La Iberia                   2.500
“           “   La Montaña             3.000
Comunidad de Bonafont              3.000

Hasta hace algún tiempo se conservaban otras comunidades, las cuales están disueltas en la actualidad.

Antes de iniciar el trabajo de antropología en esta zona, la comisión se trasladó al caserío de Guamal, en el municipio de Supía, en donde vive una comunidad de 250 negros, descendientes de los esclavos que trabajaban las minas de oro de Marmato y Supía en la época colonial. El último dueño de estos negros fue la señora Josefa Moreno de la Cruz, hija de padres españoles, quien al morir testó una cuadrilla de “ciento setenta y cinco negros, todos de su propiedad”, como reza en su testamento, documento este que se encuentra en el protocolo más antiguo de la notaría de Riosucio. El objetivo principal de la visita a este núcleo de color fue el de llevar a cabo una encuesta sanguínea entre estas gentes para efectos de clasificación de grupos. Se hicieron 119 observaciones con los resultados siguientes:

Grupo            0          58,82%
“                  A         21,84%
“                  B         18,50%
“                AB           0,84%

Como puede verse, existe entre estos negros un predominio notable del grupo O que es el que se encuentra entre la población indígena, en tanto que el grupo negro, el B, solo aparece en un 18,50%. Sorprendidos con estos resultados, la comisión se dio a la tarea de estudiar los archivos parroquiales de Supía, en donde se encontraron partidas de matrimonio entre negros de Guamal e indios de San Lorenzo, las cuales datan de la primera mitad del siglo XVII. En cambio, en la encuesta sanguínea efectuada en San Lorenzo, entre la población indígena, el tipo negro solo aparece en un mínimo porcentaje, 0,57%, no obstante existir este contacto entre los dos grupos étnicos. De estas experiencias se deduce la debilidad de la raza negra frente a la influencia de cualquiera otra raza, debilidad esta que se manifiesta no solamente en los caracteres físicos sino también en la sangre, como se desprende de los resultados de esta encuesta. Ya se había formulado en Europa la teoría de que la raza negra desaparece casi por completo en el término de dos o tres generaciones cuando entra en mestizaje activo con otro grupo étnico; para sustentar esta teoría citan el caso del Brasil, en donde existía una fuerte población negra hasta hace algún tiempo, problema este que está siendo solucionado mediante una política racista distinta a la que está en vigencia en la actualidad en los Estados Unidos.

A más de la encuesta sanguínea, se logró reconstruir casi totalmente la historia de estos negros de Guamal, después de una consulta minuciosa de los archivos existentes en la notaría de Riosucio, en los cuales se encuentran los testamentos de los distintos dueños del Real de Minas, desde la época misma en que fueron llevados a esta zona por los españoles para explotar las minas de Marmato y Supía. En estos documentos se encuentran datos curiosos sobre el origen de estos negros y sobre las condiciones de vida durante la época colonial.

De Guamal pasó la comisión a la vereda de San Francisco, en el mismo municipio de Supía, en donde se realizaron algunas excavaciones con resultados bien interesantes, pues se localizaron tres entierros de tipo Karib: urnas funerarias con cremación. Esos hallazgos, lo mismo que otros datos recogidos sobre el terreno, confirman todavía más el origen Karib que el Profesor Rivet, a base de un detenido estudio de las antiguas crónicas, había señalado para los pueblos prehistóricos de esta zona. También se realizaron en esta misma vereda otras excavaciones en el sitio de habitación excavado hace más de un año, llegando a los mismos resultados de la primera expedición.

Terminadas las labores en la vereda de San Francisco, la comisión se trasladó a la fracción denominada “El Oro”, en el municipio de Riosucio. Allí vivió una densa población indígena en épocas prehistóricas, como lo demuestran los innumerables restos de antiguas habitaciones y el crecido número de sepulturas, la mayoría de ellas excavadas ya por los guaqueros. Hasta hace algún tiempo estos terrenos estaban ocupados por indios de la Parcialidad de La Montaña, posiblemente los descendientes directos de los constructores de estas tumbas. Recientemente un atropello cometido por algunos blancos de mala fe terminó con el despojo injustificado de estos naturales, los cuales se vieron obligados a recluirse en otra de las zonas de la Parcialidad. Actualmente está asentada allí una colonia antioqueña.

En esta fracción de “El Oro” realizó la comisión una serie de excavaciones sistemáticas, en número de catorce. Se localizaron tumbas de variadísimas formas, algunas de las cuales habían sido tocadas ya por los guaqueros. Se sacaron cerca de cien piezas, se levantaron los planos respectivos, todo lo cual ha pasado al museo de la Escuela Normal Superior. Lo más curioso de este cementerio es que la mayoría de las tumbas están comunicadas entre sí, sin que la comunicación sea lo suficientemente amplia como para que pueda pasar una persona, de donde se desprende su carácter ritual. Lo variado de las formas y la semejanza de las cámaras encontradas en unas y otras, señalan una vez más la dificultad para establecer una estratigrafía cultural a base de los estilos y formas de las sepulturas, al menos para esta zona.

De la vereda “El Oro”, pasó la comisión al corregimiento de San Lorenzo, en el mismo municipio. Allí vive en la actualidad una población de 4.500 indígenas, organizados en comunidad y amparados por la Ley 89 de 1890. Precisamente, hace solo dos meses, el Ministerio de la Economía dictó una resolución en virtud de la cual se declara inexistente este resguardo y se considera a sus miembros en calidad de colonos; actualmente se están dando los últimos pasos para posesionarlos de sus parcelas. De este modo, nuestra visita a esta Parcialidad fue muy oportuna, pues estamos seguros de que una encuesta antropológica realizada en esta misma zona después de algunos años no dará los mismos resultados que obtuvimos nosotros, toda vez que el régimen de resguardos constituye en buena parte una fuerte barrera para la penetración blanca por las vías legales.

Según nuestras investigaciones en el archivo del Cabildo de esta Parcialidad, estos indígenas fueron traídos de Sonsón, posiblemente del río Arma, en el año 1627 y posesionados de estos terrenos en la misma época por el oidor Lesmes de Espinosa y Saravia, como reza en los títulos de la Parcialidad. Estos naturales olvidaron por completo su lengua y sus costumbres primitivas, pero conservan el tipo antropológico indígena de manera bastante nítida. La comunidad ha formado una especie de barrera contra el mestizaje, el que solo se presenta entre las familias que están más cercanas a la población urbana, donde vive un pequeño grupo blanco, aunque en proporción ínfima.

Se llevaron a cabo 35 experiencias de sangre con los siguientes resultados:

Grupo            O         92,57%
“                  A         6,86%
“                  B         0,57%

Se ve claramente un predominio absoluto del grupo indígena y la poca frecuencia del grupo negro, el B, a pesar de haber existido contacto entre estos dos grupos, como lo dejamos anotado.

Al lado de la encuesta sanguínea se realizaron en esta Parcialidad trabajos de antropología física y métrica, empleando para ello el completo equipo suministrado por el profesor Rivet para tales fines. No podemos hablar aquí de los resultados de esta encuesta, pues ésta requiere ya un mayor trabajo en su elaboración. Igualmente, se recogieron abundantes datos sobre historia, toponimia, antroponimia, etc., al tiempo que se hicieron encuestas sobre su organización social, su base económica y sobre el estado de la educación.

A este respecto, es digno de anotar el interés que tienen los indios de esta parcialidad para todo lo relacionado con la educación, no obstante el relativo abandono en que se han dejado hasta el presente. Desde un principio se dieron a la tarea de construir locales con sus propios recursos, para el funcionamiento de las escuelas, pues el municipio de Riosucio no ha construido hasta ahora el primero; este gesto es de por sí muy interesante y digno de estímulo, siendo así que se trata de una población que por su organización política, por sus caracteres antropológicos-físicos y métricos y por su sangre es indígena pura casi en un ciento por ciento. Pero hay todavía más, no obstante existir en el corregimiento cinco escuelas oficiales, dos urbanas y tres rurales, los indios sostienen por su cuenta otras tres escuelas privadas, con el fin de poder atender a más de mil escolares que resultan de una población de cerca de 5.000 habitantes, caso realmente extraordinario. Cada padre de familia trabaja al menos un día de la semana para la confección de estos locales, al tiempo que paga la suma de $ 0,50 mensuales para el sostenimiento del maestro. Más del 90% de los adultos sabe leer y escribir. El gobierno debería estimular este magnífico esfuerzo, que no se registra ni aún en los núcleos blancos, convirtiendo estas escuelas privadas en establecimientos oficiales. Este afán por levantar el nivel educativo de los miembros de la Parcialidad no es cuestión de última hora; en el archivo del Cabildo de la parcialidad existen resoluciones del Cabildo en este sentido, la más antigua fechada en 1886, en virtud de la cual se procede a nombrar un maestro para que enseñe “a leer y firmar, que es lo que más le interesa al pueblo”.

De San Lorenzo pasó la comisión al corregimiento de Bonafont, en donde viven agrupados, ya no en parcialidad sino en comunidad, unos 3.000 indígenas. Están gobernados por un administrador, cuya función principal es velar por el patrimonio de la colectividad, que son las tierras comunales. En este grupo se advierte ya un ligero mestizaje, sin que esto quiera decir que no predominan los caracteres indígenas. Se efectuaron 175 observaciones así:

Grupo            O         93,1%
“                  A         4,9%
“                  B         2,00%

Se recogieron además en esta zona los distintos datos interesantes para nuestro trabajo, tal como se hizo en San Lorenzo.

Pasó luego la comisión a la Parcialidad de La Montaña, cuyos dominios empiezan desde el oeste del área urbana de la población de Riosucio. Allí viven los descendientes directos de los Pirsa, de que tanto nos hablan las crónicas. Como en San Lorenzo y Bonafont, estos indígenas olvidaron por completo casi todo el patrimonio de su cultura tradicional, pero conservan muy puras las características de la raza indígena. Esta población de naturales está distribuida en las veredas de Los Chancos y Kácabrga [sic, debe leerse Cábarga] y en los corregimientos de Puebloviejo y El Salado; el total de indígenas empadronados llega a unos 3.000. Los más primitivos son los que viven en Los Chancos, que es la porción más occidental de la Parcialidad. Conservan una que otra de sus costumbres tradicionales, su banda típica y la pureza de su raza. La encuesta sanguínea se elaboró precisamente en esta vereda. De las 123 observaciones se consiguieron los resultados siguientes:

Grupo            O         91.15%
“                  A         5,31%
“                  B         3,54%

Se ve, pues, un dominio del grupo indígena, lo que se confirmará todavía más con los resultados de los trabajos de antropología física y métrica efectuados en esa zona.

Fuera del municipio de Riosucio, existe en el Occidente de Caldas otra población de importancia que puede considerarse como un segundo baluarte de la raza indígena, el municipio de Quinchía. Bastante nos hablan las crónicas acerca de la tribu de los Qunchía, cuyos caracteres de ferocidad dieron harto qué hacer a los conquistadores de esta parte del territorio de Caldas. No podemos decir que los indios que viven allí actualmente son sus descendientes directos, puesto que la tradición al respecto es un tanto confusa y a veces contradictoria. Lo que sí se sabe es que son descendientes directos de la tribu de los Tapasko, asentada en esta zona, que pudo haber venido de Riosucio en la época de la Colonia, quizás de la Parcialidad de La Montaña, a juzgar por identidad de uno y otro tipo físico y por lo semejante de sus costumbres. De los 14.000 habitantes con que cuenta este municipio se calcula que 8.000 por lo menos son de pura sangre indígena. Actualmente están empadronados en la Parcialidad cerca de 5.000. También esta Parcialidad está en vía de disolución, especialmente por los múltiples problemas que confronta en la actualidad, no solo por la debilidad misma de la legislación al respecto, sino también por el descuido y desacierto como se han llevado los intereses de la comunidad por parte de los últimos cabildos.

La encuesta sanguínea en Quinchía se hizo en dos partes: una en la vereda de Naranjal, en donde viven los menos mestizados; se consiguieron allí estos porcentajes:

Grupo            O         97,4%
“                  A           2,6%

La otra se hizo en la población en general, en donde se advierte ya un mestizaje, especialmente en la zona urbana, mestizaje este que apenas comienza. Los resultados fueron estos:

Grupo            O         89,60%
“                  A         10,40%

También se hicieron en este municipio trabajos similares a los efectuados en las demás parcialidades.

Para tomar un punto de referencia, la comisión realizó en el área urbana de la población de Riosucio una encuesta sanguínea entre los escolares de las clases altas. Esta población está muy mezclada con los núcleos indígenas que la rodean, pero ha habido un importante aporte de sangre blanca, como lo demuestran los mismos apellidos de familias de origen europeo asentadas allí desde principios del siglo pasado. Sin embargo, los resultados fueron los siguientes:

Grupo            O         73%
“                  A         21%
“                  B           3%
“               AB            3%

Se advierte aquí una disminución notable de la frecuencia del grupo O en relación con los porcentajes obtenidos para las demás parcialidades, pero sigue predominando, lo que hace pensar en que quizás no tenga este grupo el carácter recesivo que han querido asignarle.

Todo parece indicar que en la época prehistórica las tribus que moraban en estas regiones, de las cuales son descendientes directos los indígenas a que me he referido, tenían un mismo origen, hablaban una misma lengua y poseían un patrimonio cultural similar, sin dejar de admitir las posibles diferencias locales, inclusive en la misma lengua: los datos que nos suministran los trabajos de arqueología, los topónimos y antropónimos que aún se conservan, lo mismo que la observación detallada de los tipos físicos de los distintos núcleos que tuvimos ocasión de visitar, de los cuales se sacó una serie de sesenta fotos documentales, consideramos que son más que suficientes para comprobar nuestras aseveraciones. Por otra parte, estamos en la posibilidad de establecer una serie de nexos culturales, a base de la arqueología, de esta región del norte de Caldas con el resto del departamento, como también de buena parte del Valle y del Cauca. Todo esto contribuirá todavía más el complicado problema de las migraciones prehistóricas en el territorio colombiano, donde se cruzaron y se dieron cita diferentes pueblos cuyas manifestaciones culturales aparecen en otros lugares de América. El mismo Rivet, después de hacer un concienzudo estudio de la etnografía antigua del Ecuador, llega al fin de su obra a la conclusión de que el origen de muchos de los pueblos primitivos ecuatorianos hay que buscarlo en territorio colombiano.

Creemos dar así a ese despacho cuenta más o menos detallada de nuestra correría, cuyos resultados se irán publicando en la Revista del Instituto Etnológico.

Sin más por el momento, me suscribo del señor Director como su

Atto. y S.S.

 

Luis Duque Gómez, jefe de la comisión

Escuela Normal Superior

 

Nota: En azul se señalan materiales que el autor menciona como recogidos o para elaborar, con miras a tratar de conseguirlos.

2
Colección arqueológica del Cabildo Indígena de San Lorenzo (Riosucio, Caldas), 2009.

 

BIOGRAFÍA DE LUIS DUQUE GÓMEZ
Tomada de: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biografias/duquluis.htm
 Arqueólogo antioqueño (Marinilla, abril 20 de 1916). Luis Duque Gómez estudió en los colegios de las Universidades de Antioquia y Libre y adelantó sus estudios de licenciatura en Ciencias Sociales en la Escuela Normal Superior, donde se diplomó en 1941. Un año después obtuvo el título de Etnólogo, como miembro de la primera promoción del Instituto Etnológico Nacional. Alumno muy cercano a Paul Rivet, fue nombrado en 1944 director del antiguo Servicio Arqueológico. En 1953 éste se fusionó, por intervención de Duque, con el Instituto Etnológico, dando origen al actual Instituto Colombiano de Antropología, dirigido por Duque durante muchos años. Desde sus tiempos de estudiante, Duque se mostró interesado en la arqueología, especialidad que ha cultivado desde entonces, con especial atención en la zona de San Agustín, Huila. Es particularmente importante su contribución a la organización y administración del Parque Arqueológico de San Agustín, lo mismo que sus aportes a la arqueología agustiniana. Miembro de la Academia Colombiana de Historia, es su actual presidente. La Fundación John Simon Guggenheim Memorial le concedió una beca para especializarse en la Universidad de Harvard. Fue el primer director del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional, y rector de la Universidad, donde cumplió una controvertida gestión. Después pasó a dirigir el Museo del Oro y la Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, de la cual es director y desde donde ha promocionado la pesquisa arqueológica, siempre ofreciendo apoyo a los estudiantes en vía de obtener su título de antropólogos. Entre sus obras más importantes se cuentan: Colombia: Monumentos históricos y arqueológicos (1955), Prehistoria, Etnohistoria y Arqueología de Colombia (1965), Prehistória, tribus indígenas y sitios arqueológicos (1967). En colaboración con Jaime Jaramillo Uribe y Juan Friede publicó La historia de Pereira (1963) y con Julio César Cubillos, un total de cuatro trabajos sobre excavaciones en San Agustín.
JOSÉ EDUARDO RUEDA ENCISO
Bibliografía
AROCHA RODRIGUEZ, JAIME "Antihéroes en la historia de la antropología en Colombia: su rescate". En: Nueva historia de Colombia, tomo IV. Bogotá, Planeta, 1989. AROCHA RODRIGUEZ, JAIME y NINA S. DE FRIEDEMANN (Eds). Un siglo de investigación social: Antropología en Colombia. Bogotá, Etno, 1984. AROCHA RODRIGUEZ, JAIME y NINA S. DE FRIEDEMANN. Bibliografía anotada y directorio de antropólogos colombianos. Bogotá, Sociedad Antropológica de Colombia, 1979. OSPINA, JUAN MANUEL. "La Escuela Normal Superior: círculo que se cierra". Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. XXI, N 2 (1984).
Nota: Falleció en Bogotá el año 2000.

Primeros Artículos

Tomado de: http://www.banrep.gov.co/museo/esp/boletin/51/bmo51duque.pdf

1943

(1943a). «Excavación de un sitio de habitación en Supía». Revista del Instituto Etnológico Nacional I(1):95-115. Bogotá: Instituto Etnológico Nacional.

(1943b). «Grupos sanguíneos entre los indios guambiano-kokonuko». Revista del Instituto Etnológico Nacional I(1): 197-208. En coautoría con Henri Lehmann y Miguel Fornaguera. Bogotá: Instituto Etnológico Nacional.

(1943c). «Informe de la Comisión Etnológica al departamento de Caldas». Boletín del Museo Arqueológico de Colombia I(2): 15-31. Bogotá: Servicio de Arqueología.

1944

(1944a). «Grupos sanguíneos entre los indígenas del departamento de Caldas». Revista del Instituto Etnológico I(2): 623-653. Bogotá: Instituto Etnológico Nacional.

(1944b). «Informe de la Comisión Etnológica al departamento de Caldas (continuación)». Boletín delMuseo Arqueológico de Colombia II(1): 19-22. Bogotá: Servicio de Arqueología.

1945

(1945a). «Apuntes sobre el comercio entre los indios pre-colombinos». Boletín de Arqueología I(1): 31-34. Bogotá: Instituto Etnológico Nacional.

(1945b). «Problemas sociales de algunas parcialidades indígenas del occidente colombiano». Boletín deArqueología I(2): 185-201. Bogotá: Instituto Etnológico Nacional.

(1945c). «El Instituto Etnológico Nacional y el Servicio de Arqueología en 1945. Importancia de la investigación etnológica en Colombia». Boletín de Arqueología I(3): 209-227. Bogotá: Instituto Etnológico Nacional.

(1945d). «Notas sobre el cocaísmo en Colombia». Boletín de Arqueología I(5): 445-464. Bogotá: Instituto Etnológico Nacional.

(1945e). «Colombia y la orfebrería prehispánica». Revista de las Indias 24(76): 45-64. Bogotá: Ministeriode Educación Nacional.

(1945f). «Actividades antropológicas en Colombia (1943-1945)». Boletín Bibliográfico de AntropologíaAmericana VIII: 21-27. México: Instituto Panamericano de Historia y Geografía.(1945-1946). «Informe de las labores desarrolladas en Colombia por el Instituto Etnológico 1945-1946».Journal de la Société des Américanistes XV: 165. París: Société des Américanistes.

1946

(1946a). «Los últimos hallazgos arqueológicos en San Agustín». Revista del Instituto Etnológico NacionalII(2): 5-43. Bogotá: Instituto Etnológico Nacional.

(1946b). «Informe del Jefe del Servicio de Arqueología y del Instituto Etnológico Nacional, sobre las labores, desde junio de 1946 a junio de 1947». Boletín de Arqueología II(3): 255-287. Bogotá: Servicio Arqueológico Nacional.

(1946c). «El profesor Paul Rivet». Boletín de Arqueología II(3): 289-290. Bogotá: Servicio Arqueológico
Nacional.