LA HISTORIA DE RIOSUCIO VISTA POR LA HISTORIADORA ESTADOUNIDENSE NANCY APPELBAUM
Tomado de /www.urosario.edu.co/FASE1/jurisprudencia/entrev_appelbaum.htm Boletín Justicia transicional Nº 3, de la Universidad del Rosario, Bogotá
Por Camila de Gamboa
Nancy Appelbaum es doctora en historia de la Universidad de Wisconsin y profesora asociada en el Departamento de Historia y del Departamento de Estudios Latinoamericanos y del Caribe en Binghamton University. Es especialista en Latinoamérica, Colombia, género y raza. Ha publicado muchos artículos y libros tales como “Historias rivales: narrativas locales de raza, lugar y nación en Riosucio," traducido por Rocio Mahecha, en la Revista Fronteras de la Historia (Bogotá) 8 (2003), "Whitening the Region: Caucano Mediation and 'Antioqueno Colonization' in Nineteenth-Century Colombia," The Hispanic American Historical Review 79:4 (November 1999) y dos libros: Race and Nation in Modern Latin America, volumen coeditado con Anne S. Macpherson and Karin Alejandra Rosemblatt (University of North Carolina Press, 2003) y Muddied Waters: Race, Region, and Local History in Colombia (Duke University Press, 2003). Este último libro le mereció dos premios: The Berkshire Conference 2003 First Book Prize, y el New England Council of Latin American Studies (NECLAS) 2003 Best Book Prize. El libro sobre el que se basa esta entrevista será próximamente publicado en Colombia en español.
Nancy Appelbaum: Yo quería hacer un estudio a nivel local en el que se pudiera realmente conocer su gente, sus historias, y hacer una narrativa sobre esto, es decir hacer una investigación en microhistoria. Antes de empezar el postgrado, yo había pensado, si debía hacer un doctorado en antropología o en historia, pues me había gustado mucho el trabajo etnográfico, esa manera de mirar la cotidianidad de la gente y analizar una comunidad como un ente orgánico, con su propia historia. Fue en parte por eso que busqué un pueblo colombiano pequeño para investigar. Además me interesaban los cambios de los fines de siglo XIX y principios del XX, es decir los cambios que ocurrieron, mientras Colombia se insertó en el mundo capitalista, y el impacto que tal decisión tuvo en la transformación de comunidades pequeñas, rurales y sus gentes. Esta era la idea cuando empecé a estudiar en el postgrado y luego durante el mismo empecé a pensar más en temas de raza, de género, y de otros conceptos de análisis. Me interesaba también mucho las zonas cafeteras tanto en Colombia, como en otros países en los que yo había vivido, como en Costa Rica, y empecé a viajar por la zona cafetera y por Antioquia, para buscar en sitios donde había un encuentro entre los Antioqueños y otras gentes, entre otros grupos étnicos raciales, en otra palabras el encuentro de lo Antioqueño con el otro. Y así fue que encontré Riosucio pues allí había existido una fuerte colonización antioqueña y también existían comunidades indígenas y negras consolidadas. Además, se presentaba una transformación local como consecuencia del capitalismo y de una mayor comercialización de la región que eventualmente se convirtió en zona cafetera. También escogí Riosucio, porque tenia varias fuentes documentales, como por ejemplo, registro de instrumentos públicos bastantes completos, y aunque yo quería realmente trabajar con documentos de archivo local y en Riosucio no existían documentos históricos de notarias, si se encontraban en pueblos cercanos como Supía y Marmato que tenían correspondencia de documentos oficiales de habitantes de Riosucio. De igual forma en el Archivo Central del Cauca en Popayán, se encontró gran correspondencia con gente de Riosucio, y también en el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Popayán y en los archivos de los cabildos indígenas. Como se puede ver, era un trabajo archivístico, de análisis de esos documentos y de los testamentos que había en la notaria de Supía, así como las transacciones de tierras registradas en el registro de instrumentos públicos, a fin de estudiar la forma en que iba cambiando la zona. Se puede ver la transformación de una zona en la que existían algunos resguardos indígenas y pueblos mineros negros y mulatos, y gente mestiza que vivía sin ningún titulo de propiedad, a ser un pueblo dominado por los propietarios privados antioqueños y de otras regiones, en conflictos constantes con las comunidades indígenas. Es igualmente interesante ver esos cambios en un contexto más amplio de transformaciones económicas a través de documentos y correspondencias de los notables de Riosucio, de los resguardos indígenas con las instancias del Estado a nivel de Popayán, de la alcaldía, y con otros niveles, incluso nacionales. A través de los documentos se podía mirar como el conflicto político y el conflicto por las tierras se relacionaba. De esta forma podía ir construyendo una narrativa sobre la colonización de la zona y de la manera como se formaron bandos de políticos liberales, conservadores, y las redes que se tejían entre los líderes indígenas, los abogados, y los mestizos. Dentro de los abogados estaban quienes trabajaban en representación de los cabildos indígenas, y a su vez, promoviendo la migración de antioqueños que venían a usurpar los resguardos indígenas. ENTREVISTADORES: - ¿En cuanto al trabajo del campo cómo fue la experiencia? N. A.: -La experiencia fue muy rica y muy difícil, para mi fue el trabajo más difícil que había hecho en toda mi vida, porque soy una persona muy tímida, y por eso había escogido la historia y no la antropología, puesto que yo pensaba que no era capaz de hacer un estudio etnográfico, en un pueblo en donde todo depende de las relaciones que uno forma con otra gente, y en que además, no manejaba bien el idioma español. Pero esta investigación, resultó ser más o menos así, porque los documentos no estaban todos en archivos, sino por ejemplo, en la casa de un jefe indígena o de una hija de un excabildante. En otras palabras la investigación dependía de los contactos personales que uno hacía. Otra de las cosas que me interesó mucho de Riosucio era que sus habitantes tenían una fuerte memoria histórica, tenían muchos escritos, y una gran tradición oral, por ello era importante hablar con la gente y en este sentido realicé una investigación etnográfica. Tenía que ir y visitar varias veces a las mismas personas, así que el trabajo de campo fue esencial, necesitaba hablar con la gente que pertenecía a bandos opuestos. Por ejemplo, la hija de la señora que me alquiló un apartamento en Riosucio, había sido la dueña de una finca muy grande que había sido disuelta por el Incora en los años 60. Esa familia me presentó a un campesino que había sido una de las personas que lideró el proceso para dividir esa finca, quien había vivido al lado de esa familia. Así que tuve la oportunidad de conocer personas que tenían fuertes disputas y yo podía ver el origen de tales disputas en documentos que tenían más de 50 años. Esa experiencia para mi fue difícil, pero fue muy interesante. ENTREVISTADORES: ¿Tu dices que encontraste en Riosucio una fuerte memoria colectiva, ¿cómo hacías el contraste entre las fuentes documentales y esos testimonios que encontrabas?, ¿Había una relación muy grande entre la fuente documental y la representación que las personas tenían respecto de su pasado? N. A.: Pues en ciertas cosas si existía relación y en otras no. Por un lado había varias versiones de la memoria histórica, tales versiones variaban dependiendo de si las personas eran descendiente de familias mestizas, indígenas o mulatas, de familias que vivían hacía mucho tiempo en el pueblo y que se veían a si mismos como mestizos. También estaban las versiones de los colonos antioqueños y sus descendientes que se sentían parte de la colonización Antioqueña, y cuyas representaciones coincidían con a historia oficial de Caldas y el imaginario de la colonización Antioqueña. En las fuentes documentales que estudié existían varias versiones. Así, las versiones oscilaban entre la historia de principios del siglo XX y de mediados del siglo, y lo interesante era que esos cambios servían para mirar como se iba construyendo la historia de la memoria y de la forma como los acontecimientos políticos y sociales del momento transformaban esa memoria. Por esto en algunos capítulos de mi tesis y luego del libro hice una historia de la memoria. El hablar con la gente fue muy interesante porque por un lado existían ciertas fuentes que habían circulado entre ellos: libros que se habían escrito en el siglo XX o algo que la gente conocía directa o indirectamente a través de fuentes orales, basadas en fuentes escritas. Es decir que la palabra escrita y las fuentes orales se estructuraban, y se influenciaban la una a la otra. Pero había aspectos de la memoria que no se encontraban en los documentos, por ejemplo la fuerte creencia entre los riosuceños de que el pueblo fue fundado el mismo día que ocurrió la Batalla de Boyacá. El hecho de que un investigador dijera que esa creencia no se podía probar en los documentos era para los riosuceños aterradora, pues naturalmente era como quitarles su identidad. Otra creencia muy fuerte entre los riosuceños era que pensaban que el cura fundador del pueblo era un hombre quijotesco, quien a principios del siglo XIX había reunido a todos los habitantes indígenas, mestizos, y criollos y había logrado que vivieran todos juntos en armonía en Riosucio. Sin embargo, los documentos evidencian que el cura no quería que el pueblo se unificara y por el contrario quería mantener su control sobre los indígenas. Uno de mis ejemplos preferidos es que mucha gente, incluso gente negra, gente mestiza de Riosucio me decía que esta región era Antioquia “mira todo esto es Antioquia”. De igual forma un señor en Supía mirando hacia Riosucio y Marmato, me decía que todo eso era Antioquia. Yo, trataba de explicar que esas tierras nunca habían sido antioqueñas, que habían sido parte del estado soberano del Cauca, y luego de Caldas, no obstante la gente decía que eso se los habían enseñado en la escuela, y que esas tierras eran parte de Antioquia. Creo que esta creencia se debía a la versión hegemónica de la memoria histórica en esas zonas de la colonización Antioqueña. No obstante lo anterior, los riosuceños y los supieños usaban dos tipos de representaciones para identificarse, la memoria hegemónica de la colonización antioqueña y la memoria contra-hegemónica de la identidad mestiza, indígena o negra. ENTREVISTADORES: Para terminar con las preguntas acerca del trabajo de campo, nos llama la atención saber como accedías a la gente más si eran personas que podían tener disputas y ser históricamente enemigos, ¿cómo lograbas que todos ellos te ofrecieran sus testimonios y los documentos que tenían? N. A.: Algunas personas eran un poco desconfiadas, por lo general los líderes indígenas, al principio me hacían esperarles mientras atendían a toda su gente, salían a tomar un café y no volvían. Los líderes indígenas al principio me decían cosas como: -Han venido muchos investigadores a llevar nuestra historia, ¿Qué nos traen a nosotros? Esto me sucedió varios meses, luego de un tiempo, empezaron a contar sus historias, me invitaron a sus casas y me prestaron sus documentos, y con el tiempo, nos hicimos amigos. Creo que ser una persona extranjera en cierto sentido me ayudó, porque no estaba involucrada en asuntos de los partidos políticos e incluso carecía de conocimiento de los asuntos locales y de la política colombiana, y esto me sirvió para ganarme su confianza. ENTREVISTADORES: ¿Cómo estructuraste los conceptos de raza, tierras y clase en el libro teniendo en cuenta las fuentes documentales que analizaste? N. A.: Yo empecé con un interés en cuestiones sobre la lucha de tierras y clases sociales, luego de leer el libro de Catherine Le Grand sobre las tierras baldías y las luchas de tierras. Cuando yo estuve por primera vez en Colombia en los años ochenta tanto los campesinos e indígenas como los investigadores trabajaban y discutían sobre colonización y conflictos de tierras. Pero yo creo que también en los Estados Unidos donde yo me formé había un interés entre mis profesores por trabajar sobre las relaciones entre los las luchas por la tierra y los cambios económicos desde una visión marxista. El tema de raza era importante no sólo para mirar la forma en que las minorías étnicas constituían este concepto, sino también para analizar la forma como los blancos construían la identidad blanca en contraposición con los otros. Estas discusiones cambiaban de una manera muy interesante las lecturas sobre las fuentes documentales de la colonización Antioqueña, y con esas herramientas conceptuales yo podía ver la construcción de la identidad blanca y contrastarla con la mezcla que existía en esa zona en la que muchos habitantes eran realmente descendientes de indígenas y de negros, y de la forma en que esa identidad blanca se desarrollaba en ese contexto. Además yo quería analizar la forma en que ese concepto de raza se relacionaba con la lucha de tierras. ENTREVISTADORES: ¿Los conceptos que se usan en el libro sobre Riosucio podrían usarse para explicar otros fenómenos o conflictos en otras regiones colombianas? N.A.: Mi intención era hacer un trabajo a nivel local, pero que no fuese simplemente una microhistoria, me interesaba mirar procesos más generales que son muy importantes a nivel nacional y de América Latina. En otras palabras quería analizar Riosucio dentro de los procesos históricos de la nación colombiana: tales como el mestizaje, el despojo de tierras, la formación de las leyes a través de la colonización (liberales y conservadores), la violencia que surgió alrededor de estos problemas y también las identidades conflictivas entre blancos, negros e indígenas. ENTREVISTADORES: En esta misma línea ¿Cuál es el aporte de las historias locales en la comprensión de las sociedades? N. A.: Pues, hay varias maneras de pensarlo. Para mi lo importante es ver como lo local refleja aspectos del nivel nacional y regional, es decir como en la localidad se construye la hegemonía política a nivel micro y esta a su vez es la base de la hegemonía regional, y luego nacional. Por tanto no es posible entender lo nacional, sin acudir a lo local, pues allí es en donde los partidos reclutan sus miembros, tanto para cuestiones electorales como para las guerras civiles. De igual manera, esas negociaciones locales sirven para analizar cómo la gente más pobre, analfabeta o de grupos marginados deciden si participan y en qué forma en los destinos de la nación. Por tanto, el carácter de agentes políticos se construye muchas veces a nivel local y es a través de las relaciones con sus políticos, con sus patrones, con sus aliados, con sus compañeros que se participan en la construcción de la nación. ENTREVISTADORES: Volviendo a lo conceptual, nos parece que existe en el libro un gran cuidado en la utilización de los términos y lo contrastas con palabras similares que en el contexto del estudio sobre Riosucio no significan lo mismo, ¿cómo se fueron construyendo esos términos? N.A.: Es algo difícil, porque uno llega con ciertos conceptos y es muy fácil analizar las fuentes de manera que uno refuerce los conceptos que previamente tenía. Los investigadores somos culpables de mirar los documentos a través de nuestros conceptos y esto es muy grave pues nos impide aprender de las fuentes. Sin embargo, sin los conceptos no sabríamos que preguntarles a los documentos, por tanto necesitamos de los conceptos. Recuerdo que cuando hice la investigación usaba los conceptos de comunidad, región y raza, pero cuando analicé los documentos me di cuenta de que esas mismas palabras aparecían pero de maneras muy distintas a como las usaban los teóricos. Después me di cuenta de que no tenía sentido definir tales términos si las mismas fuentes tenían sus propias definiciones. ENTREVISTADORES: ¿Cuál es el uso de la categoría de raza que usas en el libro, y contemporáneamente, qué limitantes y ventajas le encuentras? N.A: Mis profesores, y también autores de izquierda latinoamericanos, evitaban la categoría raza porque les parecían que era un concepto secundario al de clase social, producto de ella, y por tanto racista y esencialista. No obstante en mi investigación encontré que los riosuceños si hablaban de raza y de formas muy variadas, no como los académicos las usan hoy. Mi intención en el libro no fue el de crear una categoría de raza para ser usada analíticamente, como tampoco de región o clase, por el contrario esas categorías que aparecían en las fuentes fueron para mí un objeto de análisis. ENTREVISTADORES: Tú hablas en el libro de la agencia subalterna, en clases pobres, o en minoría étnicas. En el libro tienes la intención de rescatar esa voz, ¿en qué tipo de ámbito surge? N.A.: Para mi esa voz está en los documentos de archivo, en la historia oral y en las prácticas culturales. Por ejemplo, de las peticiones que hacían las personas para pedir la adjudicación de las tierras o impedir despojos y actos de piratería. Por supuesto es difícil descubrir esas voces, puesto que muchas de las peticiones son interpuestas a través de otras personas, como los abogados, y en un lenguaje normativo muy diferente al de su cotidianidad. ENTREVISTADORES: ¿y acerca de la noción de una voz subalterna regional o nacional? N.A.: Los historiadores han estudiado el nacionalismo popular en los casos de las guerras entre estados, pues son las clases pobres las que terminan alistándose en los ejércitos nacionales y quienes terminan sufriendo los peores rigores de la guerra sin obtener nada a cambio. Aquí se presenta un sentido de nación por oposición al de las clases pudientes, son versiones populares y también étnicas. Sin embargo en el caso colombiano la cuestión de la nación subalterna se construyó de otra manera. N.A.: Para mi creo que lo más importante fue analizar la forma como las identidades regionales y locales se construyeron a través de discursos nacionales racializados, y como ese discurso de raza era importante para construir la identidad local, regional y hasta de partido. En el fondo esto significaba, que existía una relación muy estrecha entre el espacio geográfico y la identidad de raza. Así las personas se reconocían por un pueblo, por una zona, por una región, y no sólo por un partido político. ENTREVISTADORES: Queríamos también preguntarte acerca del oficio del investigador y del historiador en particular, y sí el hecho de que hasta ahora existan muchos más investigadores colombianos con estudio doctorales en diversos ámbitos de la ciencia social, cambia la perspectiva que tienes de los investigadores colombianos con relación al momento en que hiciste la investigación. N.A.: Pues para mí no cambia la perspectiva, porque cuando llegué a Colombia en los años 80, ya existían historiadores muy rigurosos que tenían estudios de posgrado y otros que aunque carecían de estos estudios eran académicos muy serios y excelentes investigadores. Lo que faltaba en esa época en Colombia era contar con una mayor bibliografía de estudios de otras regiones de América Latina, de Estados Unidos y de estudios comparativos entre las mismas regiones colombianas, pues uno encontraba estudiosos de una región específica que no conocían estudios de otras zonas del país. ENTREVISTADORES: ¿Qué tipo de críticas ha recibido tu libro? N.A.: Yo señalo en el libro que las identidades regionales se conformaron en la mitad del siglo XIX y varios historiadores han dicho que tales identidades se formaron antes, algunos dicen que en la colonia o en la independencia, especialmente, en la Costa Atlántica y en Antioquia. Yo realmente aún no tengo muy claro como eran las identidades regionales y si estás existían en la época de la colonia. Creo que esta es una crítica muy seria que hay que tomarla en cuenta, pero creo también que depende de cómo se define regionalismo y región. Otra crítica al libro es la de que yo no estudié suficientemente a las comunidades negras y es cierto. En realidad yo hice bastante investigación en un pueblo negro al lado de Riosucio, pero al final el libro se convirtió en algo tan grande que era imposible incluir todo. Creo que si hubiera sido mejor, incluir más la historia de las comunidades negras en el libro. Otro critica que recibí era que no había suficiente detalle etnográfico, a mi me interesaba este aspecto en la investigación pero desafortunadamente las fuentes no me daban mucho para eso. En cuanto a la parte conceptual he recibido muy pocas críticas. ENTREVISTADORES: Nancy para terminar queríamos preguntarte ¿en qué te encuentras trabajando ahora? N.A.: Ahora estoy mirando fuentes de la Comisión Coreográfica y otros escritos de las elites colombianas del siglo XIX que se encuentran aquí en los archivos de las ciudades y en libros ya publicados. ENTREVISTADORES: ¿Y cómo piensas hacer este trabajo? ENTREVISTADORES: Mil gracias Nancy por tu tiempo. N.A. No, mil gracias a ustedes. |