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RUTAS DE LA CAMPAÑA LIBERTADORA

La Campaña Libertadora, a diferencia del Grito de Independencia, fue un esfuerzo de dos países. No solo porque Bolívar salió de Mantecal (Venezuela), sino porque Santander fue enviado desde 1818 a Casanare a liderarla y Bolívar rendía informes al presidente del Congreso de Angostura, el granadino Francisco A. Zea.

Mapa “Campaña Libertadora (1.819)” en T. C. Camilo Riaño,
La Campaña Libertadora de 1819, Bogotá, 1969.

A la Campaña Libertadora siguió el Congreso de Angostura (hoy Bolívar) en diciembre de 1819, donde fueron elegido presidente de la República Simón Bolívar y vicepresidente Francisco de Paula Santander; se creó la República de Colombia, que unió a Venezuela, Nueva Granada y Quito, y dio vía libre a la libertad de otros países de América.

Estos hechos hacen ver la importancia de esa campaña para la independencia de América, pero a la vez lleva a preguntarse por la ruta, los caminos, que llevaron a tal suceso.

A la base de todos los movimientos libertarios se encuentra la detención del rey Fernando VII en Madrid, por parte de las fuerzas de Napoleón Bonaparte en 1808. Esta detención produjo en todo el continente una debacle: Se habían quedado sin rey, sin la persona que simbolizaba el vínculo de la metrópoli con las colonias de ultramar, y cada una de estas se consideró en el derecho de formar su propio gobierno.

Cada una de las provincias dependientes de España comenzó reivindicando al rey Fernando, doliéndose de su suerte, y de paso declarándose autónomo mientras se restablecía la monarquía. Así se dieron los Gritos de Independencia desde Alto Perú y Quito en 1809; en 1810 Venezuela, Argentina, Nueva Granada, México y Chile; y Paraguay y El Salvador en 1811.

Las antiguas colonias fueron pasando de la declaración de autonomía a proclamar su independencia. Cuando se produce el regreso de Fernando al poder en 1814, envía una poderosa fuerza a reconquistar sus dominios, pero estos habían cambiado: Ya no existían las colonias, existían pueblos que habían probado la libertad. Chile, Argentina, Perú, Venezuela, Nueva Granada, Quito, México reivindican la condición de Estados soberanos. El rey español consigue en un primer momento reconquistar sus posiciones y tener de nuevo bajo su puño el continente, pero es cuestión de tiempo la independencia absoluta de los nuevos Estados.

En la Nueva Granada, después del 20 de julio de 1810 la Nación entra en una guerra civil que enfrenta a centralistas y federalistas. Los federalistas, con Camilo Torres, ganan el pulso, pero el nuevo Gobierno queda muy debilitado para afrontar la reconquista de Pablo Morillo, que en 1816 retoma el poder en nombre del rey. Los últimos restos granadinos escapan para los llanos de Casanare, entre ellos Francisco de Paula Santander. Tenía 24 años, y se había alistado en el Ejército en el Colegio de San Bartolomé

Por su parte, Simón Bolívar, natural de Caracas, emigró para la Nueva Granada en 1813, donde hizo la Campaña Admirable al lado de los federalistas que lo llevó de nuevo a Venezuela, donde en agosto de 1813 tenía a los jefes locales bajo su mando. Recibió el título de “El Libertador” a la edad de 33 años. 

El mando de las tropas en Casanare lo ejerce José Antonio Páez y Santander queda bajo su mando, hasta comienzos de 1817 cuando se incorporó a las filas de Bolívar que obraban sobre Caracas.

Desde 1817 el gobierno revolucionario tiene por sede a Angostura (hoy Ciudad Bolívar), provincia de Guayana, sobre el río Orinoco, y ha logrado importantes logros sobre los españoles, comandados por el general Pablo Morillo, aunque sin llegar a tomarse Caracas de forma definitiva. Bolívar toma la determinación de liberar la Nueva Granada, por la necesidad de cambiar la línea de operaciones, conociendo la liberación de Chile por el general José de San Martín y teniendo en consideración que Casanare era la única provincia granadina en poder de los patriotas.

Entonces organiza la Vanguardia del Ejército Libertador de la Nueva Granada y escoge a Santander como jefe de la misma, relevando a Páez de sus funciones. En la proclama del 15 de agosto de 1818, dirigida a los granadinos desde Angostura, dice en tono premonitorio:

“¡Granadinos! El día de América ha llegado, y ningún poder humano puede retardar el curso de la naturaleza, guiado por la mano de la Providencia. Reunid vuestros esfuerzos a los de vuestros hermanos: Venezuela conmigo marcha a liberaros. Ya nuestra vanguardia cubre con el brillo de sus armas algunas provincias de vuestro territorio, y esta misma vanguardia, poderosamente auxiliada, arrojará en los mares a los destructores de la Nueva Granada. El sol no completará el curso de su actual período, sin ver en todo vuestro territorio altares levantados a la libertad”.

Santander partió de Angostura el 27 de agosto con hombres y municiones, y el 19 de noviembre llega su destino, Guanapalo, sobre el río Meta, desde donde sube a Pore, recibiendo el mando de Paéz. En el cuartel general de Pore, toma las medidas para asegurar la legitimidad del gobierno rebelde, restablecer la disciplina, elaborar un plan de defensa, organizar un cuerpo de caballería, arreglar las finanzas, etc. El 18 de diciembre con los notables de la provincia firma un documento en que Casanare asume la representación de la Nueva Granada, asume de Bolívar como capitán general de los granadinos y renueva la alianza con Venezuela con la perspectiva de unirse en un solo país.

Estando Santander en Casanare, en abril de 1819, la tercera división del ejército español, con base en Sogamoso, y al mando del coronel José María Barreiro, bajó al Casanare por Labranzagrande, Paya, Morcote y Pore, con 1.256 infantes y 542 jinetes, pero el Ejército Patriota lo hostilizó con guerrillas a tal grado que lo hizo devolver, sin dar una batalla grande.

Simultáneamente, los patriotas se movieron sobre La Salina de Chita, Paya y Valle de Tenza, triunfando en los dos primeros y siendo derrotados en el último. Así, los nuestros mostraron que era posible la invasión del Reino e hicieron proclamas entre la población en este sentido.

En el otro lado de los Llanos, en el mismo abril, Páez asentaba un duro revés a Morillo en las Queseras del Medio, sobre el río Arauca; lo que llevó a Morillo a retirarse y buscar cuarteles para acampar en el invierno que se avecinaba.

 

El inicio de la campaña

El 18 de mayo de 1819, desde Cañafístolo, Bolívar le comunicó a Santander la ejecución de su plan de invasión, y Santander en una proclama les anunció a los pueblos su pronta liberación el 24 de mayo. El enlace entre las dos fuerzas era el coronel Jacinto Lara, y había dados informes favorables a Bolívar sobre la situación de Casanare.

Bolívar reunió la asamblea de jefes de la campaña en la aldea de Setenta, y todos acordaron seguir adelante.

“El 23 de mayo, en marcha al Mantecal –escribe el historiador O’Leary- convocó Bolívar a una junta de guerra a los jefes del ejército. Asistieron a ella Soublette, Anzoátegui. Briceño Méndez, Carrillo, Iriberren, Rangel, Rooke, Plaza y Manrique. En una choza arruinada de la aldea de Setenta, a orilla del Apure, se decidió la invasión de la Nueva Granada. No había una mesa en aquella choza, ni más siento que las calaveras de las reses que para racionar la tropa había matado, no hacía mucho, una guerrilla realista”.

En la reunión, Bolívar les explicó la necesidad de aprovechar la temporada de lluvias, para moverse: el grueso del ejército, comandado por Páez y Anzoátegui irían por Cúcuta y Santander haría una diversión por Casanare. Todos estuvieron de acuerdo. Se reservó el verdadero plan.

El 26 de mayo empezó Bolívar la marcha desde Mantecal. Cuatro batallones de infantería, con 1.300 hombres, y tres escuadrones de caballería, con 800 jinetes, se pusieron en marcha. El 1º. de junio estaban en Guasdualito, muy cerca del río Arauca, el que atravesó el día 4.

Estaban en plena época de lluvias. Los caños estaban rebosados y debían pasarse con el agua al pecho. Aún para un personal de llaneros, acostumbrados a los ciclos del Llano, la situación era penosa.

Desde la incursión de Barriero, Santander había traslado el cuartel general de Pore para Tame, donde tuvo lugar el encuentro de las dos fuerzas el 12 de junio, con gran alegría de parte y parte. Allí la tropa descansó y consiguió sal, condimento, plátano y panela conque complementar la carne. Santander ofreció 982 infantes, 1.082 jinetes, una compañía de carabineros y una sección de zapadores (104 integrantes).

Bolívar le escribió a Páez que los españoles habían reforzado el sitio de La Salina, cerca de Chita, la que queda con 600 hombres, y que el resto había evacuado Sogamoso retirándose para Santafé. Y le informó que, pese a lo anterior, había decidido marchar por la Salina, ruta en que su tropa estaría más resguardada, para caer sobre Sogamoso el día 27. Al mismo tiempo le pedía que tomara Cúcuta un poco antes, entre el 25 y el 27.

En Tame se reorganizó el ejército y se adoptó la ruta definitiva a seguir por Pisba. En esto fue muy importante el consejo de Santander, con más conocimiento sobre la situación del terreno, de su topografía y de la idiosincrasia de sus gentes.

Barreiro escribió el 25 de junio que “El paso de la cordillera no lo pueden ejecutar por otros puntos, que por los de Salinas, Paya, Puebloviejo, Miraflores y todo el Valle de Tenza y Medina. Son de páramos y de montañas muy fragosas y en la estación presente, hombres que no están acostumbrados al frio serían destruidos por sí mismos”, por lo que estos sitios se defenderían solos.

No tuvo en cuenta el páramo de Pisba ni la voluntad de un pueblo, ansioso de libertad. Dice el teniente coronel Camilo Riaño, en su obra La Campaña Libertadora de 1819, que

“La [ruta] del páramo de Pisba, muy fragosa, y que a partir de Nunchía une las poblaciones de Morcote, Paya y Pisba, transmonta el páramo y llega a Sochaviejo, población situada en el altiplano cundiboyacense. Su ruta bordea el río Payero por su margen izquierda”.

Y sigue “La elección de la vía era la decisión más importante de la campaña, pues las fuerzas españolas podían, con muy pocos soldados, defender los pasos y desfiladeros de la cordillera, impidiendo el movimiento del ejército o causándole varias pérdidas; además, era necesario escoger un camino que facilitara la marcha de tropas en su mayoría faltas de entrenamiento para esta clase de operaciones”.

“La menos transitada de todas –continúa- era la de Pisba; solitaria y fragosa, recorría la mayor zona de páramos, trasmontando sucesivas alturas. Por ella no se podía conducir ganado y por consiguiente carecía de importancia comercial. Quizá por esto era la menos defendida, pues a excepción del destacamento español de Paya, no contaba con ninguna otra fuerza que impidiera la progresión del movimiento”.

Y concluye: “El Libertador aceptó la recomendación de Santander y escogió como la más apropiada la ruta del Páramo de Pisba que, aunque penosa, tenía a su favor ser más corta y menos defendida, por lo cual podía en rápida marcha obtener por ella la sorpresa estratégica que buscaba con su atrevido movimiento”.

El 15 de junio se definió la organización del Ejército Libertador, de la siguiente manera:

Comandante en jefe: General Simón Bolívar

Estado Mayor: general Carlos Soublette

División de Vanguardia, comandante: general Francisco de Paula Santander
Infantería:     Primer batallón: teniente coronel Antonio Arredondo
Segundo batallón: teniente coronel Antonio Obando

División de Retaguardia, comandante: general José Antonio Anzoátegui

Primera Brigada: coronel Francisco de Paula Alcántara, tenía bajo su mando el Batallón Rifles, compuesto por negros franceses de Santo Domingo.
Segunda Brigada: coronel James Rooke, quien tenía a su cargo la Legión Británica.
Caballería: a cargo de los coroneles Juan José Rondón y Leonardo Infante

 

El paso del páramo de Pisba

El 17 de junio este ejército inició la marcha en Tame. El 18 estaba en Cordero. El 20 en Carrastol. El 21 en Pore, capital de la provincia de Casanare. El 25 en Nuchía. El 26 en Morcote. Entre la vanguardia y la retaguardia se llevaban hasta 7 días.

Aquí comienzan a elevarse los Andes. Quedan atrás los Llanos y el terreno conocido por los llaneros. Queda el terreno servido para que la Vanguardia haga su trabajo.

27 de junio. Adelante estaba Paya, donde en un castillo fortificado se hallaba un destacamento realista de 300 hombres, capaz de contener una fuerza de 1.500 hombres. La Vanguardia rodeó en secreto las “Termópilas de Paya”, y la fuerza enemiga se retiró a Sogamoso por Labranzagrande, luego de un combate de cuatro horas. El comandante del cuerpo no hizo luego ninguna acción sobre los patriotas, y por el contrario se dirigió a Sogamoso.

Desde el Llano de Miguel, cerca de Morcote, apenas con un día en la montaña, Bolívar le hizo presente a su comandante de Vanguardia la necesidad que tenían de retirarse a los Llanos y esperar que les llegaran recursos de Guayana, pues no tenían víveres para la travesía, y la desnudez de los llaneros podía emparamarlos. Además, que al otro lado los españoles los esperarían.

Santander reunió a sus oficiales (Fortoul, Antonio Arredondo, Joaquín París, Antonio Obando, Ramón Guerra y José María Cancino) y todos estuvieron en contra de la retirada. Santander regresó y se lo comunicó a Bolívar, resaltando además que por la acción de Paya ya no quedaban españoles en la ruta. En el Llano de Miguel estaban Bolívar, Soublette, Anzoátegui, Lara y Salom. Lara lo apoyó. Santander argumentó que él haría la travesía y regresaría a dar el parte, con lo que las tropas venezolanas quedarían intactas. “El general Anzoátegui, que tenía la creencia de que era capaz de hacer lo que cualquiera otro hiciera, ofreció también ejecutar lo mismo que yo proponía” (Santander, Apuntamientos para las memorias sobre Colombia y la Nueva Granada). Así que se decidió afrontar el paso de los Andes, y Bolívar les dirigió una proclama a los granadinos, garantizándoles la vida.

El camino había quedado libre de enemigos. Salvo la naturaleza, desconocida para los llaneros. La lluvia continuaba y los caminos de hacían resbalosos. El piso era duro y las piedras eran un obstáculo desconocido para la caballería y para el ganado que llevaban los patriotas. Cuando veían una cima, se encontraban con otra más elevada y entre cordillera y cordillera veían los nevados. Tenían que andar de tres en tres, para que no los arrastrasen los torrentes. En ocasiones hacían uso de tarabitas para salvar los obstáculos.

En lo más alto del paisaje el páramo de Pisba, donde la vegetación son frailejones, el frío es intenso y la soledad es la única compañía. Debe cruzarse en una sola jornada, desde Puebloviejo hasta Quebradas. La Vanguardia lo atravesó una parte el 3 y la otra parte el 4 de julio. Joaquín París iba adelante, lo seguía Antonio Arredondo y posteriormente Santander. Luego descendieron a Socha, y se dedicaron a enviar auxilios a los que quedaban atrás.

La Retaguardia, con Bolívar y Soublette, no pudo pasar el páramo en un día, pese a que no llovió. Así que tuvo que pernoctar en medio de la nada y con el frío intenso. Murieron cuarenta (40) hombres y la mayoría de bestias de silla y de carga. Pasó el páramo los días 5 y 6 de julio.

La tercera división, la Legión Británica, bajo el mando de Carlos Soublette, inexplicablemente, pasó el día 13 de julio.

En sus Memorias, el capitán Daniel Florencio O’Leary escribió sobre esta jornada:

“Los soldados al ver hacia atrás las elevadas crestas de las montañas cubiertas de nubes y brumas hicieron voto espontáneo de vencer o morir, antes que emprender por ellas retirada, pues más temían ésta que al enemigo, por formidable que fuese”.

Los pueblos del otro lado de la montaña (Socha, Socotá, Jericó, Tasco, Gámeza, Sátiva, Beteítiva, Corrales), advertidos por las proclamas de Santander y de Bolívar, se volcaron a ayudar. Es célebre la anécdota del pueblo de Socha, donde el cura y el alcalde indígena encerraron a todas las mujeres y hombres en la iglesia para despojarlas de sus vestidos y ataviar con ellos a los soldados. De otra parte, no es pequeño detalle que ningún vecino emigró de estos pueblos.

Bolívar en Socha tomó las medidas necesarias para poner el ejército en condiciones de continuar la campaña, que en la enumeración de Camilo Riaño fueron:

“1. Organización de un hospital en Tasco.
2. Emisión de órdenes a los alcaldes de los pueblos circunvecinos para recolectar los auxilios necesarios.
3. Envió al coronel Lara al paramo para que con una partida de paisanos ayudara a las tropas y sacara bagaje y armamentos abandonados.
4.Inclusion de voluntarios en los cuerpos.
5.Envío de oficiales a las provincias de Socorro y Pamplona para comunicar la feliz nueva y organizar batallones.
6.Organziación de una armería en Socha para el arreglo de fusiles y fabricación de lazas” (Riaño, Ob. Cit.)

Se cumplió así el acierto de Bolívar, por insistencia de Santander, de pasar los Andes por el páramo de Pisba, en la estación lluviosa, para ubicarse en plan de pelear con Barreiro.

En otro lado, Pablo Morillo no desconocía el inicio y el alcance de la Campaña Libertadora, pero confiaba que cruzar la cordillera tomaría a Bolívar seis meses y no los cuarenta días en que se hizo. Así escribió al ministro de defensa el 2 de julio de 1819, que enviaba a Cúcuta al jefe del Estado Mayor, Miguel de la Torre, quien

“tiene instrucciones, no solo para oponerse a los intentos de Bolívar, sino para marchar sobre el Casanare y penetrar por sus llanos hasta Guasdualito, cuando la estación de verano, que allí empieza por el mes de noviembre, lo permita”.

En efecto, el jefe español envió a De la Torre a Cúcuta, pero tuvo que devolverse para Venezuela con 550 fusileros y 150 lanceros, pues fue recibido por una acción guerrillera que le impidió pasar a tomar Pamplona y lo hostilizó en Cúcuta.

 

Batallas del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá

En Tunja, Barreiro se enteró de la invasión del Reino por Bolívar y al amanecer del día 8 salió a hacerle frente. Llegó al sitio donde estaban los patriotas bordeando el río Chicamocha y el día 10 les presentó combate en el puente de Gámeza, combate que quedó empatado, pero sirvió para que cada bando viera las fuerzas del oponente.


Bosquejo para mural sobre el Pantano de Vargas del pintor Trujillo

Después de muchos escarceos e incidentes, que sirvieron ante todo a Bolívar para reforzar sus tropas, los dos ejércitos se encontraron el 25 de julio en el Pantano de Vargas, un angosto valle situado a una legua al oriente de Paipa, por cuyo centro pasa una quebrada llamada Vargas, y a cuyos lados se levantan sobre leve altura el Cerro de la Guerra y el Cerro Cangrejo. Barreiro tomó el último, y se dejó venir contra el primero, donde estaban los patriotas, quienes fueron desalojados en dos ocasiones, siendo echados a la hondonada de la quebrada, quedando indefensos frente al español.

En este momento angustioso Bolívar vio cómo sus fuerzas caían. “Se no vino la caballería y se perdió la batalla”, dijo. A lo que contestó el coronel Juan José Rondón, que estaba cerca “¿Cómo se va a perder si ni yo y mis jinetes hemos peleado. Déjenos hacer una entrada”. Bolívar contestó “Haga lo que pueda; salve, pues, usted a patria, coronel”. Y Rondón, con 14 jinetes llaneros, se lanzaron sobre los dragones y reserva de infantería española y en una acción intrépida lograron sembrar el desorden en las fuerzas enemigas.

Este ataque sorpresivo, unido al ataque que lanzaron sobre el camino principal y a las espaldas de los españoles, terminó por voltear la situación a favor de los patriotas, en medio de un aguacero en horas de la noche, dejando en tablas la contienda, pero con un triunfo moral del lado insurgente. Los historiadores actuales calculan los muertos en 300 del ejército rebelde y entre 400 hombres del bando realista. Los heridos fueron muchos y los caballos que se perdieron también.

Fue el día del apóstol Santiago, en cuyo nombre los españoles habían tomado las tierras de América arremetiendo con fuerza sobre los nativos americanos, la fecha en que el Ejército Libertador le hizo ver al español que era capaz de vencerlo.

Los patriotas se retiraron a Bonza y luego a Duitama, al otro lado del río Chicamocha, donde fue decretada la Ley Marcial, que permitió al ejército reforzarse con 800 rústicos indígenas, y recibió 680 milicias de El Socorro.

En la noche del 4 de agosto todo el ejército, más de 2.000 hombres, pasó a las espaldas del coronel Barreiro, y al día siguiente estaban en posesión de Tunja. Fueron 45 kilómetros de marcha. Este sorpresivo movimiento fue decisivo para la acción que seguiría, pues permitió a Bolívar cortar las líneas enemigas, reabastecer las tropas de vestuario, víveres, municiones y armamento.

Barreiro, al enterarse de la sorpresiva maniobra de Bolívar, ordenó el regreso a Tunja y el día 6 de agosto, a pesar de la lluvia que caía, estaban en Motavita, a hora y media de Tunja, desde donde le dio al virrey Sámano la noticia.

En la madrugada del 7 de agosto salió Barreiro de Motavita con destino a Santafé, y rodeando Tunja, fue a dar al Puente de Boyacá a las 2 de la tarde, y se estableció en la Casa de Teja.

Desde el alto de San Lázaro Bolívar vio el paso de los españoles, y ordenó a Santander y Anzoátegui que lo interceptaran. Llegaron a las 2 de la tarde al campo de Boyacá.

El lugar de la inminente contienda es un pequeño valle que sigue el curso del río Teatinos, que, aunque pequeño, da paso solo por algunos lugares porque en sus orillas se inclina formando acantilados.

Barreiro ordenó atacar a la vanguardia y se empeñó el combate en el puente. Luego intervino Anzoátegui y se trabó el combate cerca de la Casa de Teja. Los patriotas unidos en una banda del río Teatinos, atacaron a los españoles en dos frentes, incomunicados entre sí. Los españoles fueron pronto derrotados: la caballería huyo y la infantería se desbarató. Un último bastión que buscaba proteger la vía a Santafé, fue interceptado por Santander.

“Todo el ejército enemigo quedó en nuestro poder”, dice el parte del Ejército Libertador del 8 de agosto. En él también se registra que se capturó al jefe español Barreiro, y además a casi todo el cuerpo de oficiales, 1.600 soldados y material de aprovisionamiento. Solo escaparon 50 hombres, algunos de caballería. Dice también este parte, que en las filas patriotas hubo 13 muertos y 53 heridos.

La batalla de Boyacá no tuvo grandes proporciones, pero es muy importante como base de todas las acciones posteriores que llevarían a la libertad de América.

Enterado por dos oficiales que habían escapado de Boyacá, el virrey Sámano –que no salía de la sorpresa- salió en la madrugada del 9 de agosto hacia Honda, con destino a Cartagena, acompañado de los miembros de la Audiencia y un grupo de emigrados, llevado consigo algunos pocos caudales. Su segundo, Calzada, con 400 hombres, marchó por la vía de Neiva, para unirse con las fuerzas de Popayán.

Terminada la batalla, el día 8 Simón Bolívar salió con el escuadrón Llano Arriba para Santafé. El 9 marchó la infantería. El 10, en el Puente de Común, se enteró que el día anterior el virrey Juan Sámano había abandonado la ciudad. Apuró el paso, y llegó a la capital, casi solo, a la 5 de la tarde. Cuando los vecinos se dieron cuenta, lo recibieron con júbilo.

El 11 de agosto arribó Francisco de Paula Santander, quien fue recibido con demostraciones de alegría. El 12 llegó el batallón Cazadores de la Vanguardia y la Legión Británica, junto con el coronel derrotado.

El 19 de septiembre partió El Libertador para la Ciudad de Angostura, donde habría de decretarse en diciembre la unión de Venezuela, Nueva Granada y Quito en la nueva República de Colombia, nombrándose presidente de mismo al Libertador Simón Bolívar y vicepresidente al general Francisco de Paula Santander.

El coronel José María Barreiro y 37 oficiales más, españoles, capturados en la batalla de Boyacá, fueron ejecutados en Bogotá (ciudad a la que los rebeldes le quitaron el prefijo de Santa Fe) el 11 de octubre de 1819.

Luis Javier Caicedo