COLUMNISTAS ESCRIBEN SOBRE CELEBRAR EN 2010
FABIO VILLEGAS (El Mundo, Medellín) RODRIGO PUYO VASCO (El Colombiano, Medellín) DANIEL MERA (Semana, Bogotá)
Varios columnistas de prensa se han referido en los últimos meses a que la fecha para conmemorar el Bicentenario de la independencia es 2010, como es el consenso, y no 2019 como lo pretende el Gobierno.
Como lejos de haber quedado zanjado el debate en el panel del 12 de abril de 2007 en el Museo Nacional, entre historiadores y Gobierno Nacional, la Cancillería colombiana comunica que la conmemoración se hará en 2019, es oportuno insistir en razones y opiniones sobre la fecha 2010.
Hoy es la fecha clásica de la nacionalidad pues hace exactamente 197 años se dio en Bogotá el grito de independencia de la corona española. Si tuvieron que pasar otros nueve años para sellarla definitivamente con la batalla de Boyacá, eso no obsta para que un principio tan contundente (en pocos días salieron expulsados el Virrey y la Virreina, los Oidores y todos los máximos representantes del poder colonial) lo celebremos con inmenso fervor.
Por desgracia, la vida en estos casi dos siglos no ha sido pacífica, sino, más bien, de terribles frustraciones, sobre todo, para las grandes masas.
La paz de Colombia la podemos y debemos hacer todos: el pueblo entero dirigido por sus gobernantes, al igual que los actores de la subversión. Para ello me atrevo a sugerir como primera medida una acción inmediata para aclimatar la paz, una tregua de una semana, del domingo 12 de agosto hasta el lunes 20, inclusive.
El pueblo colombiano anhela la paz, una paz total, como lo viene buscando y lo manifestó clamorosa y multitudinariamente el 5 de julio. Sin embargo, los recurrentes esfuerzos que se han realizado apenas han logrado resultados parciales. No podemos claudicar.
En estos momentos los colombianos nos encontramos atrapados en palabras que nos impiden unirnos, pues generan profunda desconfianza entre unos y otros: gobierno, sociedad civil y subversivos, y nos impiden unirnos en un solo propósito, alcanzar la paz total. De hecho, el instrumento más usado y más efectivo para alimentar la guerra y alejar la paz han sido las palabras.
El propósito fundamental es tratar de aclimatar la confianza mutua entre el Gobierno junto con la mayoría de los ciudadanos, y los grupos subversivos: FARC, ELN y demás.
Para lograr la paz es indispensable la reconciliación de todos sin excepción, para llegar a una convivencia armónica, que no excluye, pues somos humanos, las desavenencias y aun los crímenes de unos pocos, con la consiguiente aplicación de la justicia.
Alcanzar esa paz parece una utopía. Pero esta es la locura que derrota lo imposible. No intentar hasta lo último sería renunciar a nuestra condición humana y fracasar como país.
Hagamos una tregua incondicional y plena durante nueve días, del domingo 12 de agosto hasta el lunes 20, festivo. Más adelante intentaremos otras similares.
Será una semana de reflexión, de acallar los instrumentos de guerra, pero también las palabras que la alimentan. Habrá, por supuesto, una vigilancia mutua. Empero, los gestos unilaterales que de pronto se den de parte y parte se recibirán de manera silenciosa, y sólo se analizarán una vez concluida la tregua. Si lo queremos, lo podremos hacer. La utopía es la derrota de lo imposible. La paz, la reconciliación en el amor.
Estamos a tres años de la conmemoración del hito convenido como inicio del proceso de independencia, y lamentablemente se puede decir: otra vez "nos cogió la noche".
En el centenario, 1910, recordaba Jorge Orlando Melo en un tomo de la Nueva Historia de Colombia, las cosas no salieron según lo planeado por una cierta desidia.
Esta vez no solamente faltará tiempo, sino que no hay un plan conocido. El Gobierno transmitió la impresión de preferir celebrar los 200 años de la Batalla de Boyacá (2019), en desmedro del 20 de julio de 1810.
Los historiadores (y los no historiadores) han presentado buenos argumentos para persuadir al Gobierno. El Presidente Uribe anunció que doña Elvira Cuervo será la encargada de dirigir la conmemoración. Acertó.
Antes de seguir, ¿por qué diablos es importante el Bicentenario? Parece un asunto de "ñoños".
Dos razones posibles:
1. Es un momento especialmente propicio para elevar y afinar la cultura y la conciencia histórica de los colombianos.
2. Más ambiciosamente, se puede usar (el Bicentenario) para "remozar" la nacionalidad, la "autocomprensión nacional". ¿Y el "ser"?
En Chile comenzaron el proceso conmemorativo en el año 2000, y si queremos no perder tiempo tanteando, hay que aprender de Chile. www.bicentenario.gov.cl
No podremos hacer todo ni lo mismo, pero ¡vaya si los chilenos tienen un proyecto de país!
El anhelo de proyecto de consenso no ignora que la memoria es un campo de batalla. Unos por la afirmación, otros por el reconocimiento, bajo una historia compartida.
El Bicentenario es la ocasión para que partidos, profesiones, instituciones, regiones, disciplinas, ciudades, industrias, grupos étnicos (judíos, negros, árabes, indígenas) y poblacionales (mujeres, gays) recuerden su vivencia en, y aporte a, la nación y el desarrollo.
Y recuerden al país cómo se traslapa ese aporte con la historia nacional; no importa si la trayectoria no es tan larga, pues también es importante la promesa de contribución. Hay que darle más contenido a la diversidad.
!A muchos debería importarles el Bicentenario!, no únicamente a quienes debería importarles por su responsabilidad!
Con seguridad, Elvira Cuervo de Jaramillo enmendará la plana por todos. A los historiadores no hay que dejarlos solos: porque merecen todo el apoyo ... y, si me permiten el apunte, por la misma razón por la que no hay que dejar del todo la guerra en manos de los militares.
No es por buscar una solución "salomónica", pero, considerando el tiempo perdido, tal vez lo mejor sea organizar un proceso conmemorativo hasta 2019.
Podríamos reflexionar sobre la Patria Boba y rememorar paso a paso la gesta libertadora! Sin exagerar, porque tampoco hay que dejar el patriotismo a los demasiado patriotas.
* * * Por cierto, el nombre de este blog viene el caso: es un homenaje a un héroe de la independencia fusilado en 1828... y rehabilitado oficialmente tres años después!, en 1831. Así de injusta fue su muerte.
Esa "rehabilitación" no nos tiene conformes a algunos, y el Bicentenario es buen campo para librar la batalla por darle un mejor lugar en la memoria nacional. Y otras batallas. |