PROPUESTAS (DESATENDIBLES) SOBRE UN BICENTENARIO Y UN CENTENARIO

 

Tomado de: http://resistenciahastaelfin.blogspot.com/2007/10/sobre-el-bicentenario.html

lunes, octubre 01, 2007

Sobre el bicentenario


Propuestas (desatendibles) sobre un Bicentenario y un Centenario


Carlos Monsivais

 

 

 

 

 

El martes 25, la UNAM dio a conocer la edición del libro México en tres momentos: 1810-1910-2010. Hacia la conmemoración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana. Retos y perspectivas. El rector de la máxima casa de estudios, Juan Ramón de la Fuente, moderó la mesa de presentación, en la que participaron los escritores Carlos Monsiváis y Enrique Krauze, así como la historiadora y coordinadora de la obra, Alicia Mayer. A continuación se presenta el texto que Monsiváis escribió a propósito de las fiebres conmemorativas.



1 Es paradójico o no tanto que el declive del nacionalismo se corresponda con un interés multitudinario por la nación, interés que trasciende ampliamente a la industria académica y que involucra la legión de mexicanólogos espontáneos que ha surgido. Quién lo hubiera creído: un mexicanólogo en cada mexicano. El nacionalismo ha sido entre otras cosas la ideología que intenta compensar las desventajas y que mientras inventa el orgullo desatiende las verdaderas razones para tenerlo; ahora, el interés por lo nacional ha sido lo que nunca pudo o quiso ser el nacionalismo, un entrecruce de críticas, alabanzas justas o cercanas a lo verificable, críticas radicales, examen de logros y pérdidas, contiendas que ya no deberían ser monólogos, etcétera. En este momento, cuando más se acentúa el pesimismo, México (el concepto, la realidad geográfica y demográfica, el pasado, el porvenir al alcance de otras manos) se ha convertido en el patrimonio simbólico, cultural, literario, artístico, de grandes sectores de la población que, sin distancias anímicas ni complicidades, hablan obsesivamente de él a propósito de temas como la distribución del ingreso, la tolerancia, la mercadotecnia (antes llamada informes de gobierno), la nación en la globalidad, la diferencia entre cacería de oportunidades y administración de herencias, la genética de las nuevas generaciones que vienen del internet, el desempleo, la rebeldía o el disgusto ante la rebeldía, el espíritu de resistencia, el analfabetismo funcional, la fiebre de conversiones y la gana de echarle ganas a la vida, como se dice cada vez que se está a punto de otra experiencia frustrante. De todo esto y muchísimo más se componen el debate y las expectativas de este momento.


2 Una pregunta desde el desconcierto: ¿por qué, si en la celebración del Bicentenario casi veinte países se han puesto de acuerdo en la fecha común, se advierten tantos preparativos estrictamente nacionales? Es la única gran oportunidad de revisar temas /problemas de la región entera, y de examinar hasta qué punto Latinoamérica ha sido y es una realidad unificada o una suma de "singularidades", y en qué medida las "características nacionales" aíslan efectivamente a países que comparten un número amplísimo de rasgos.


En espera del proyecto oficial de México que sustituya las abstracciones indescifrables, tal parece que el esfuerzo se concentrará en la historia (la "reingeniería" de la formación de los Estados nacionales), algo siempre importante si el cúmulo de actividades conmemorativas no lo invierte todo en el gasto simbólico y ornamental.


3 En cada país, y con los métodos que se decidan, el tema predominante será la formación del Estado nacional, lo que abarca la historia, las leyes, la vida internacional, la vida cotidiana (usos, costumbres y su cambio constante) y la economía. Así, los "caprichos de la geopolítica" que amanecen vueltos naciones, se examinarán como "Comunidades imaginadas", y, en este sentido, la Identidad Nacional será uno de los ejes, se acepte o no que esta identidad es la creencia armada a partir de interpretaciones literarias y deseos de aceptar los dictámenes de un espejo colectivo. A esto se le añadirán la evocación de las costumbres, la antología de recuerdos familiares, las adaptaciones de la psicología social, las industrias culturales y las exigencias de los discursos poéticos.


4 A lo largo de dos siglos, la ausencia de vida democrática consigue entre otras cosas "normalizar" (volver creíble y necesario) lo que debiera ser anormal, para empezar desde el punto de vista ético, y hace también que se asimile sin mayor resistencia la inferioridad programada de la mayoría de la población. De manera imprecisa y desigual, la anormalidad (la imposición de una minoría rapaz) imprime en cada persona o núcleo familiar o colectividad la índole de su pertenencia a la nación. Se vive la normalidad impuesta desde fuera e inexistente por dentro, se ha negado la diversidad y se le ha considerado "apátrida".


¿Qué sucede con las minorías, o las mayorías "minoritarias" (las mujeres), con su desenvolvimiento y sus aportaciones? En este tema las visiones de conjunto son muy enriquecedoras. ¿Qué ha pasado en dos siglos con las mujeres de clase alta, qué con las de clase media, qué con las de clases populares y qué con las indígenas? ¿Qué ha pasado con el sistema de exclusiones, con los adeptos a otras religiones? ¿Qué con los gays y lesbianas? ¿Qué sucede, muy especialmente, con los sectores indígenas, todavía con fuerza demográfica en México, Perú, Bolivia, Ecuador, Guatemala? ¿Es o no demostrable que la
idea monopólica de nación, definida en cada etapa por unos cuantos, ha evitado hasta lo indecible el reconocimiento de la diversidad? ¿Y cómo se describen dos siglos de creer en la nación como el conjunto unívoco que produce las identidades eternas?


5 Son dos siglos latinoamericanos de aplastamiento de las disidencias; con matanzas de rebeldes, cárceles a los que protestan, "ilegalidad" de socialistas y comunistas, hostigamiento de los contestatarios, persecuciones, eliminación de la crítica en los medios informativos y en los libros de texto de historia (en los de México hay menciones desvaídas del 68), destierro, ceses fulminantes, marginaciones por decreto. Esto da como resultado versiones "sanitarias" de la historia, difamaciones y desvanecimiento de los etnocidios y genocidios a cargo del gobierno, y referencias alegres y volanderas al fracaso de los impugnadores. Falta cohesionar las visiones particulares de los vencidos. A propósito de las guerras sucias (Argentina, Perú, México) se ha hecho necesaria la búsqueda de una memoria histórica, institucionalizada. Esto, urgente, debe acompañarse de la historia de los opositores, las formas de su aniquilamiento, y, en el lado opuesto, sus errores, sus delitos, su generosidad, sus frustraciones... Por opositores, de ningún modo entiendo a los terroristas de ultraizquierda y ultraderecha.


6 Se ha afirmado exhaustivamente y es innegable: el hecho primero y último de las naciones latinoamericanas es lo profundo de la desigualdad social. Y hablar de la desigualdad es señalar las divisiones en la sociedad, más allá de las riñas por el poder, tan inevitables, y más allá de las burocracias adictas a la Estatofagia. Son dos siglos de lucha entre republicanos y monárquicos, entre federalistas y centralistas, entre liberales y conservadores, entre nacionalistas y cosmopolitas, entre revolucionarios y reaccionarios, entre izquierdistas y derechistas, entre globalifílicos y globalifóbicos, entre legales y legítimos. ¿Quién tiene la razón? No desde luego las burocracias políticas que ritualmente buscan el rebautizo de su autoridad moral.


7 En gran medida, en lo social, lo cultural y lo político, en los dos siglos independentistas o independizados, un fenómeno central es la secularización y el vigor creciente del Estado laico, la laicidad y el laicismo, tal como se ve en el enfrentamiento entre liberales y conservadores de la segunda mitad del siglo XIX, y que conduce a la separación de la Iglesia (entonces la católica por antonomasia) y los Estados nacionales, y tal como se ve ahora en América Latina con el proyecto de volver a las formas del integrismo y su afán de la educación religiosa en las escuelas públicas.


8 La historia del nacionalismo en América Latina, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, es un tema ineludible en las recapitulaciones del Bicentenario, tanto su análisis en cada país como el fenómeno en su conjunto. Las preguntas son inevitables: ¿el nacionalismo es una serie de atribuciones de superioridad o sólo la ambición de un país casi no "tomado en cuenta" cuya autoalabanza es en rigor el olvido de los méritos auténticos? ¿Le es posible a México, país vecino de Estados Unidos, evitar el nacionalismo, una operación defensiva, una técnica de consolación que cataloga virtudes un tanto desmesuradas mientras desdeña el número no escaso de valores evidentes?


9 En su significado, forma y expansión las grandes ciudades usurpan por sistema el todo de la nación. A la gran ciudad, en rigor, sólo la define parcialmente su oposición con el campo, también la singulariza el enfrentamiento consigo misma, la necesidad de no parecerse hoy a la urbe de ayer, más pequeña y menos moderna. Sarmiento, en su alegato contra el gaucho y la vida rural, pondera las ventajas de la ciudad decimonónica:


La ciudad es el centro de la civilización argentina, española, europea; allí están los talleres de las artes, las tiendas del comercio, las escuelas y colegios, los juzgados, todo lo que caracteriza, en fin, a los pueblos cultos.


La elegancia de los modelos, las comodidades del lujo, los vestidos europeos, el frac y la levita tienen allí su teatro y su lugar conveniente.


La lucha entre la ciudad y el campo, el Progreso y el tedio como vida circular, el Mal y el Bien, la sensualidad y el cinturón de castidad, infesta la oratoria sagrada y la literatura, mientras, abrumadoramente, se resuelve en la práctica con el atraso programático de la provincia y el triunfo autodestructivo de la Ciudad, cuyo desbordamiento es la base de la autofagia de la Nación. La historia de las grandes urbes es, en un nivel profundo, creativo y destructivo a la vez, la historia de cada nación y de América Latina misma. "Las ciudades destruyen las costumbres", afirma
un filósofo pautado, es decir, las ciudades reinventan infatigablemente la nación. Y en este caso el centralismo es, todavía, el destino cruel de las naciones.


10 ¿Qué ha pasado con el español hablado en América? Como los idiomas de todas partes se resiente de la escasez creciente del vocabulario, de la ruta inevitable hacia el espanglish, el canje de las palabras por las imágenes, y la caída de la comprensión de la lectura. En México, ahora, sólo el 6 por ciento se informa en las publicaciones.


11 Siempre, con fuerza integradora, han coexistido en América Latina las corrientes nacionales y las internacionales. Siempre se ha dispuesto, por lo menos, de un canon nacional, un canon latinoamericano y un canon internacional. Y quien quiera hacer el recuento de estos dos siglos latinoamericanos o peruanos o mexicanos tendrá que revisar el efecto de obras fundamentales, las de –entre otros pero primordialmente– los enciclopedistas (Voltaire y Rousseau, principalmente), Charles Darwin, Sigmund Freud, Karl Marx, Albert Einstein. También, la influencia, el rechazo y el olvido de movimientos y líderes que dieron visiones unificadoras y lecciones de intolerancia, represión y genocidio: el marxismo, el comunismo, el nazifascismo, el maoísmo, Hitler, Stalin, Mao. ¿Hasta qué punto este devenir de la utopía que se pulverizó en los universos concentracionarios ha influido en el desenvolvimiento de las sociedades? ¿Y hasta qué punto la miseria y la pobreza del capitalismo salvaje no generan los campos concentracionarios de la falta de alternativas?


12 Ernst Bloch en El principio esperanza acuña la expresión utilísima: la simultaneidad de lo no simultáneo. ¿Cómo coexisten la hegemonía de la Iglesia católica y la secularización, el desarrollo educativo y la expansión urbana, el sentido de la justicia y la hiperconcentración de la riqueza? ¿Cómo, en las mismas etapas, arraigan o se desvanecen de la memoria histórica las represiones a los movimientos populares? ¿Por qué en toda América Latina ha cobrado tanta fuerza el concepto memoria histórica? ¿Cómo se compaginan los distintos ejercicios de la democracia? ¿Por qué cobra tanta fuerza el rol de la impunidad como el centro del capitalismo salvaje y el neoliberalismo?


13 Es una falacia hablar de un proceso idéntico en cada una de las naciones latinoamericanas; es una falacia negar la similitud orgánica de los procesos. Se distingue lo local, ¿pero qué tanto difieren los hechos macro? Y, para entrar en materia, ¿cómo juzgar separadamente la política, la economía, la vida social y, añádase por fuerza, el papel de la cultura? Las naciones se inventan, perdón, se construyen, y en el caso de México una celebración del Bicentenario y del Centenario debe incluir los dispositivos de fantasías, mitos, leyendas y atribuciones de lo nacional. ¿O de tanto festejar los símbolos no los reconocemos fuera de las pantallas?


14 "Se declaró tan esencial para el buen ciudadano del siglo XIX saber leer y escribir, como ser bautizado lo había sido en el siglo XVIII" (Iván Illich, Alternativas). En sus distintos niveles, la educación ha variado enormemente en América Latina aunque la integración creciente va eliminando las diferencias. Se va históricamente del avance de las grandes campañas de alfabetización a lo que ahora se califica de "catástrofe educativa", y esto trae consigo entre otras cosas el proceso de frustraciones señalado por Iván Illich (La sociedad desescolarizada), la "incompetencia" de las sociedades en el orden competitivo, y las minorías preocupadas y ocupadas en la vida cultural. Se lee muy poco porque no se ha enseñado a leer, y si la alfabetización es una preocupación real de los gobiernos, la lectura no, como no lo es tampoco de las iglesias, de los partidos políticos y de las sociedades. La desarticulación social se profundiza al ser tan escasos los instrumentos de la lectura.


¿Se puede entender el funcionamiento de las repúblicas sin advertir el peso del analfabetismo real y funcional? La Historia, también, la hacen en primera instancia los que no tuvieron tiempo de leer y que impulsaron la alfabetización sin adjuntarle los materiales de lectura que le imprimían sentido. Y por eso el humilde y necesario proyecto utópico que era y es cada escuela llevaba dentro de sí el elemento que lo contrarrestaba: la ausencia de una biblioteca. Hace falta ver hasta qué punto esto ha cambiado.


Sí, sé que el eje del Bicentenario y del Centenario serán obligadamente las celebraciones/conmemoraciones de la Independencia y la Revolución. Pero en dos siglos o en un siglo suceden demasiadas cosas, y vale la pena saber que las efemérides no son una prisión cronológica sino un estímulo enorme, incluso a pesar suyo. Todas las inauguraciones y todas las reinauguraciones no borrarán lo que podría ser el cometido básico de estas fechas: acercarse a las colectividades que no vivieron esos hechos para pasar a la historia, sino para vivir día a día.

 

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