BICENTENARIO IGNORADO
Por: Armando Montenegro
Tomado de: www.elespectador.com
Bicentenario ignorado
Colombia no está haciendo nada para celebrar el bicentenario de su independencia. Sólo faltan dos años largos para el 20 de julio de 2010, y casi nadie parece interesado. Unos pocos observadores, entre ellos Eduardo Posada Carbó, en vano, han llamado la atención sobre el tema.
Sábado, 29 de septiembre de 2007
Otros países latinoamericanos sí se están moviendo. El que arrancó temprano fue Chile. En el año 2000, el presidente Lagos nombró una comisión nacional de alto nivel para organizar los festejos (Estados Unidos y Australia también comenzaron a preparar sus bicentenarios con una anticipación de diez años). Sus objetivos fueron: realizar cientos de obras de infraestructura, fundamentales para el desarrollo económico y social, muchas de las cuales ya se han concluido; convocar el estudio y la participación ciudadana para promover proyectos y valores nacionales. La Comisión cuenta con una moderna página web; organiza foros anuales y concursos académicos y estimula una amplia reflexión sobre la historia y el futuro de su país.
Argentina también creó su Comisión y se fijó objetivos importantes: construir una serie de obras de infraestructura y restaurar monumentos históricos que se inaugurarán en 2010; adelantar reformas legales e institucionales que “mejoren el país”, en materia fiscal, política y judicial; y promover la reflexión sobre la historia argentina y de lo que se llama “un nuevo proyecto de país”. Como símbolo del bicentenario se está transformando el viejo edificio del Correo Nacional, con 80.000 metros cuadrados de extensión, como centro cultural de la celebración.
México comenzó tarde, pero trata de recuperar el tiempo perdido. El año pasado, Vicente Fox nombró al líder de la oposición Cuauhtémoc Cárdenas como jefe de las celebraciones. Ante la renuncia de Cárdenas, hace poco el presidente Calderón asumió personalmente la dirección de los festejos y acaba de anunciar un profuso programa de actividades culturales, artísticas y de carácter histórico, así como de obras de recuperación de sitios arqueológicos y de monumentos nacionales.
España también se le metió al tema. Para tratar de evitar que las celebraciones latinoamericanas de la independencia se revistan de una retórica antiespañola, ese país se concentrará en un esfuerzo diplomático para acercarse a sus antiguas colonias y resaltar los lazos culturales e históricos. Por decisión de Zapatero, Felipe González encabeza la iniciativa.
En lugar de especular sobre las razones del desdén por el bicentenario en nuestro medio, es mejor pensar en lo que se podría hacer en el corto tiempo disponible. Se me ocurren tres cosas concretas: la construcción de una obra física, con un gran significado histórico, y dos importantes reformas institucionales. Esto es, ampliar el Museo Nacional, un proyecto postergado desde hace más de diez años, cuya inauguración, con sus colecciones de todas las épocas de nuestra historia, podría constituir uno de los eventos centrales de la celebración. Realizar una reforma profunda a las obsoletas instituciones encargadas de la atención a la infancia, de tal manera que en 2010 el país cuente con un esquema institucional y financiero, moderno y descentralizado, que asegure una revolución en esta materia. Adoptar todas las reformas necesarias para que Colombia pueda comenzar su tercer siglo de vida republicana con un nivel de impunidad semejante al de las naciones civilizadas.
Las celebraciones culturales deberían ser coordinadas por una comisión de alto nivel, con sede propia, dotada de un presupuesto generoso, que pudiera promover la edición de libros, la realización de foros y concursos literarios e históricos y la cofinanciación de las actividades de las universidades, los colegios y los entes territoriales. Los congresistas interesados, ojalá con el aval del gobierno, podrían preparar una ley para poner en marcha esta iniciativa. No hay tiempo que perder.
|
Palabras de reconocimiento del presidente de la República al doctor Santiago Montenegro, director del DNP, en el acto de lanzamiento del documento “Visión Colombia para el Segundo Centenario 2019”. Bogotá, 7 de agosto de 2005.
Tomado de: www.presidencia.gov.co
Usted ha dicho claramente, que no se trata de reinventar el país ni de reinventar la Nación, lo dice un historiador de profunda densidad como lo ha demostrado con sus ensayos, con sus publicaciones, sus conocimientos de todos los tramos de la historia de la Patria.
En estos tres años con usted, hemos podido estar pendientes de unas fechas trascendentales para meditar sobre Colombia. Empezaba este Gobierno y usted [Armando Montenegro] con el doctor José Obdulio Gaviria (asesor presidencial) lideraban los eventos para conmemorar el final de la Guerra de los Mil Días, aquellos sitios en la finca del Magdalena, en Chinácota, en el buque estacionado en Panamá, fueron traídos al recuerdo con usted, para mostrar cómo la Nación tenía que volver a reflexionar sobre lo que fueron las ruinas de aquel momento y prospectar el futuro.
Más adelante, estudiamos profundamente la separación de Panamá, la necesidad de valernos del acta de independencia de Panamá, que fue una declaración de partida, pero también una declaración de afecto para prospectar el futuro y fortalecer las razones de nuestro ingreso al Plan Panamá – Puebla.
Ahora, usted ha mencionado, en la celebración de unos nuevos aniversarios ese documento cumbre de la historia, guía para la organización territorial de la Nación, para el rol que tiene que jugar Colombia en la comunidad americana, para la necesidad de integrarnos sólidamente con el Sur, con Centroamérica, con el Caribe y con Norteamérica, que es la Carta de Jamaica que está cumpliendo un aniversario bien importante.
Y usted como conocedor de la historia, nos ha traído esa bellísima frase del presidente Alberto Lleras, en la cual reconoce que todo hay que construirlo en la aceptación del pasado y muchas veces, en la exaltación del pasado.
Por eso este documento, apreciados compatriotas, no es para desconocer el pasado, no es para romper con el pasado, es para prospectar el futuro con inmenso respeto por el pasado.
|