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DIFICULTADES DEL BICENTENARIO MEXICANO
VIGILARÁN FESTEJOS 25 MIL EFECTIVOS POLICIACOS, DEL EJÉRCITO Y DE MARINA Tomado de: http://www.jornada.unam.mx/2010/09/15/ Estado de alerta en todo el país ante posibles ataques del hampa, señalan funcionarios Periódico La Jornada NARCO, POLÍTICA Y ASESINATOS EN EL INFIERNO Tomado de: http://www.eluniversal.com.mx/notas/699948.html La nueva película de Luis Estrada, director de La Ley de Herodes ya cuenta con un sitio web oficial en donde se puede ver el trailer Estreno. La cinta es protagonizada por Damián Alcázar (Foto: Especial ) CIUDAD DE MÉXICO | Jueves 05 de agosto de 2010 César Huerta | El Universal15:30 MALA FIESTA, MALA CRUDA Tomado de: http://impreso.milenio.com/node/8834416 Columna: Ojo por ojo EL BICENTENARIO MÁS TRISTE DE AMÉRICA La extrema violencia del narcotráfico y la debilidad institucional que azotan México empañan los festejos de los 200 años de la independencia El País México celebra hoy el Bicentenario de su Independencia haciéndose una pregunta: ¿hay algo que celebrar? Doscientos años después de que, en el pueblo de Dolores, el cura Hidalgo lanzara su grito de rebelión contra el mal gobierno, este país de 108 millones de habitantes -de los que el 49% sigue sumido en la pobreza- se dispone a vivir una celebración marcada por la violencia extrema de los carteles de la droga. Tan es así que las autoridades de las plazas más peligrosas han suspendido los festejos y pedido a la población que celebre en familia y ante el televisor, por temor a que -como sucediera hace dos años en Morelia- el crimen organizado se ampare en la multitud para hacer de las suyas. Si a ello se le suma la crisis económica, la desigualdad endémica y una generación de políticos más ocupada en sus guerras intestinas que en consensuar de una vez un modelo de país, el panorama no es muy halagador. Como explica el historiador Enrique Krauze, México afronta el Bicentenario sumido en una "depresión crónica". Basta darse una vuelta por los periódicos del día para constatar que no faltan motivos para tal depresión. No se tienen noticias del jefe Diego, uno de los políticos más influyentes del país y al que una banda de secuestradores se llevó hace ya cuatro meses ante el silencio y la indiferencia general. Tampoco se sabe nada de los asesinos del candidato a gobernador de Tamaulipas, el Estado norteño que ya es símbolo del horror y el desgobierno. Las preguntas sin respuesta se agolpan en las mesas de una policía corrupta y de unos jueces incompetentes que, según las últimas cifras, solo son capaces de resolver el 5% de los delitos cometidos. ¿Por qué mataron a los 72 migrantes centroamericanos? ¿Dónde está el casi centenar de reclusos que se escapó del penal utilizando simplemente una escalera? Las fotografías de decapitados ya no sorprenden a nadie ni tampoco, por desgracia, que los militares yerren el tiro otra vez más y maten a una familia a la que confundieron con un grupo de sicarios... Este rosario diario de noticias llevó hace unos días a la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, a comparar México con la Colombia de hace 20 años, desatando el malestar del Gobierno de Felipe Calderón. Su nuevo portavoz para asuntos de Seguridad, Alejandro Poiré, le contestó: "No estamos de acuerdo con lo que dice la señora Clinton, pero sí tiene razón en una cosa: la situación de Colombia y la de México están provocadas por la enorme demanda de droga de EE UU". La ingeniosa respuesta refleja el hartazgo del Gobierno mexicano ante las recurrentes acusaciones de Estado fallido procedentes de los vecinos del Norte. Calderón y su equipo, auxiliados convenientemente por sus intelectuales de cabecera, adjudican a la prensa -y sobre todo a la extranjera- la responsabilidad de la mala imagen del país. El argumento viene a ser este: "Solo resaltan lo malo de México. Hablan de los Estados donde reina la violencia, pero no de los que viven en paz. Hablan de los 40 millones de pobres, pero no de los 60 que no lo son...". Y, hasta cierto punto, tienen razón. México, a pesar de todo, sigue siendo un país vibrante, de gente amable y emprendedora, donde las empresas privadas funcionan y sus muchas y muy brillantes Universidades siguen manteniendo encendida la luz de la esperanza. Sus ciudadanos -aunque cada vez más sumidos en la depresión a la que se refiere Enrique Krauze- nacieron sabiendo que poco pueden esperar de su clase política y, generación tras generación, renuevan tal convencimiento. Aun así, y cuando llega el caso, demuestran su civismo a prueba de terremotos (1985) o de epidemias de gripe (2009). Por eso, tal vez la pregunta que circula estos días por los medios y la calle -¿hay algo que celebrar?- no tenga a fin de cuentas demasiado sentido. Lo explica Covadonga Meseguer, profesora del CIDE (Centro de Investigación y Docencia Económicas): "La pregunta no es la correcta, como tampoco lo es la respuesta implícita de que no es legítimo hacerlo con muertos a diario. La pregunta correcta sería: ¿por qué no celebrarlo? O... ¿qué se ganaría con no celebrarlo? Tendríamos que ver incluso si la no celebración no sería una concesión a quienes están alterando la vida del país. Creo que hay un momento para la celebración y otro para la reflexión sobre lo que está pasando...". Así pues, México -como cada mediados de septiembre- se ha llenado de banderas tricolores y de gente que, como tan bien explicó Octavio Paz en El laberinto de la soledad, utiliza la fiesta para evadirse de una realidad casi siempre mejorable. Tal vez la mejor contestación a la duda sobre si celebrar o no el Bicentenario se acerque a la que, hace unos días, un taxista de la Ciudad de México le ofreció a este corresponsal cuando le preguntó si al día siguiente abrirían los bancos. Haciendo uso de una habilidad muy mexicana para decir una cosa y su contraria, respondió: "Pues yo creo que sí, pero probablemente no". LOS EXCESOS DEL BICENTENARIOTomado de: http://www.vanguardia.com.mx/losexcesosdelbicentenario-554616.html18-Septiembre-2010
Sin monumento conmemorativo, pidiendo ver festejos por Tv o internet, y con despilfarro de casi 3 mmdp, el Gobierno selló la celebración del Bicentenario La conmemoración del Bicentenario de la Independencia de México nos alcanzó con más penas que glorias, con más miedos que alegrías, con más dispendio que proyecto. El gobierno del presidente Felipe Calderón fue incapaz de concretar siquiera los cimientos de la llamada “Estela de Luz”, el monumento emblemático que sólo exhibió la penumbra oficial, incapaz de hacer que las cosas sucedan. Aceptamos sin cuestionar el infame gasto de 2 mil 900 millones de pesos, cinco veces más que lo que gastó Argentina y 75 veces más que lo que destinaron Chile y Colombia a celebraciones similares. Y todo para pagar unos festejos que culminan asfixiados por el miedo, exhortando a los mexicanos a no salir de sus casas, a celebrar frente a la pantalla del televisor o por Internet. Uno de los pocos recuerdos que se tendrán cuando pasen los festejos, si en su historia no hay tragedia de por medio —nadie lo deseamos—, será el de una semana laboral de dos días o un asueto prolongado de cinco días. Y ese largo “puente” no estará edificado en la generosidad de un merecido descanso, sino en el pánico creado por alguien que ya amenazó al gobierno con sabotear los festejos patrios bicentenarios. Festejemos, pues, sin festejar. Con accesos restringidos, con 20 mil custodios entre militares, policías federales y del Distrito Federal. Con francotiradores en las azoteas buscando impedir que cumpla su propósito un émulo del protagonista del “Día del Chacal”. Que si es el narcotráfico, que si es la guerrilla, que si son nacientes movimientos insurgentes que buscan una nueva independencia u otra revolución. Eso es lo de menos. La semilla del temor está sembrada. Es bueno que el Gobierno tome sus precauciones. Pero hubiera sido mejor que los distintos gobiernos que lo antecedieron en los 200 años de Independencia hubieran tomado prevenciones para sofocar el creciente reclamo de justicia social. Entrevista Bien lo dice el historiador y escritor Francisco Martín Moreno, quien habla de las lecciones del Bicentanario, dice que Miguel Hidalgo era un soñador, intelectual y poeta, así como un enamorado de las mujeres y torero. Además hay que aclarar que “el cumpleaños de la patria no es el día del Grito, no es el día de la gestación”, sino el día en que se consuma la naciente nación, es decir, el 28 de septiembre de 1821. Para desenmascarar lo que dice la historia oficial y el misticismo que rodea a los héroes de la patria, Francisco Martín Moreno nos ofrece en esta edición de Reporte Índigo la visión de historiador para desmitificar y aclarar los hechos históricos en el marco de la conmemoración del Bicentenario. En opinión de Martín Moreno, “Calderón perdió la oportunidad de lucrar políticamente” con el evento. Y en lugar de aprovecharlo para tener “un momento de profunda reflexión” sobre los errores cometidos, estamos inmersos en festejos hipócritas. “(Los festejos) Los siento huecos, no los siento con contenido”, dice el autor de “México Negro”, “México Mutilado” y “Arrebatos Carnales”. Además Martín Moreno se cuestiona si en el México de 2010 persisten las constantes que motivaron el estallido de 1810: desigualdad social, concentración del ingreso, gran corrupción y desesperación social. “Igual que había desesperación social en 1810, hay desesperación social en este momento”. Y a dos años de las elecciones de 2012 y en medio de la guerra contra el narcotráfico, el historiador analiza y compara las condiciones que podrían impulsar a alguna figura a encausar ese descontento social. “Las personas están hartas de promesas”, dice Francisco Martín Moreno, y el surgimiento de figuras con propuestas populistas es latente. Así que para reflexionar sobre el proceso que llevó al nacimiento de México como país independiente, disfruta de una lección de historia. El gasto El Sistema Nacional de Investigadores tiene un presupuesto anual de 2 mil 402 millones de pesos. El monto de los festejos del Bicentenario supera esta cifra en 20 por ciento. Mientras, todos los países petroleros invierten cada vez más en investigación de biocombustibles. La Procuraduría General de la República destinó este año mil 526 millones de pesos al programa de Combate a la Delincuencia Organizada. Los gastos del Bicentenario superan este monto en 90 por ciento. El Gobierno invirtió este año 2 mil 339 millones de pesos en el Sistema Federal Penitenciario. Si los gastos del Bicentenario se destinaran a este rubro el presupuesto crecería 123 por ciento. En Secundaria, la erogación es de 2 mil 790 dólares o 36 mil 270 pesos por alumno anualmente. En Preparatoria, cada año se destinan 5 mil 774 dólares por alumno o 75 mil 62 pesos. Con los 2 mil 900 millones de pesos del Bicentenario, se podría impulsar la educación de 134 mil 708 niños en Primaria, o de 79 mil 955 en Secundaria, o de 38 mil 635 jóvenes en Preparatoria.
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