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EL SOLITARIO BICENTENARIO DE HAITÍ

EL GRUPO BICENTENARIO EXHALTA PRECEDENTE HAITIANO

WILLIAM OSPINA: “HAITÍ EN EL AÑO DEL BICENTENARIO”

 

EL SOLITARIO BICENTENARIO DE HAITÍ
EL 1° DE ENERO DE 2004

indepen haiti.jpgNota: Albicentenario.com se solidariza con la tragedia que hoy vive Haití, y rinde homenaje a este país reproduciendo el apartado referente a la conmemoración de su Bicentenario, que hace parte del libro del suscrito, 1810-2010: Bicentenario de la Independencia de Colombiay de Latinoamérica (Medellín, Fondo Editorial Biogénesis / U. de A., 2005).

6) Haití

 

 El 1° de enero de 2004 tuvo lugar la conmemoración del Bicentenario de la independencia de Haití, lograda en 1804 a costa de grandes luchas contra el imperio francés de Napoleón Bonaparte, con lo que esa pequeña isla se convirtió en el segundo país independiente de América después de los Estados Unidos (1876), en un triunfo monumental de la libertad sobre la esclavitud y de la soberanía sobre el colonialismo, marcando el derrotero para los demás países latinoamericanos, a cuya emancipación los gobiernos haitianos prestaron todo tipo de auxilios (naves, armas, municiones, asilo), con la sola condición -y así se lo expresó Alejando Petión a Simón Bolívar- de que fuera declarada la libertad de los esclavos.

Toussant.jpgInfortunadamente, en su momento, todos los países le volvieron la espalda a Haití, en un mundo que no podía tolerar entonces que en un rincón del Caribe un pequeño pueblo de hombres negros se hubiera sacudido la esclavitud. De esta tendencia no escapó la Gran Colombia, la cual, pese a deberle a aquella nación más de un favor, se negó a convidarla al Congreso Anfictiónico panamericano que se citó en Panamá para 1826, con el argumento racista colombo-venezolano de que "siendo una República de color atraería perjuicios a la causa americana".

Doscientos años más tarde, con todo honor, la República de Haití celebra el Bicentenario. Entre los actos preparatorios se destacan dos resoluciones del 7 de abril de 2003 del presidente Jean Bertrand Aristide. Por la primera se reconoce estatus legal como religión al vudú, luego de siglos de marginamiento y prohibición, con derecho a inscribirse ante el Ministerio de Cultos, proyecto impulsado por el intelectual Errony Auguste, entre otros. Por la segunda resolución, Aristide declara el año 2003 como "Año de Louverture", en memoria del precursor Francois Dominique Toussaint Louverture, muerto en las prisiones de París en 1803. También con motivo del Bicentenario un grupo de haitianos promovió la candidatura al Premio Nóbel de la Paz 2003 del intelectual y político Gérard Pierre-Charles.

aristide_mbeki.jpgLos actos centrales de la conmemoración tuvieron lugar en la ciudad de Gonaines, donde el 1° de enero de 1804 Jean Jacques Dessalines declaró la independencia. El ceremonial estuvo encabezado por el presidente Aristide, y contó con la significativa asistencia del presidente de la República de Suráfrica, Thabo Mbek, y la notabilísima ausencia de los presidentes latinoamericanos. De Chile estuvo el subcretario de relaciones exteriores, Cristian Barros, pues este país participa desde 1996 en el grupo de países amigos de Haití, junto con Estados Unidos, Argentina, Canadá, Francia y Venezuela. En representación del Congreso estadounidense, y más propiamente del "Caucus Negro", hizo presencia la congresista Máxima Waters.

En esta oportunidad el presidente Aristide reiteró que Haití fue "el eje geográfico de la libertad de los negros", y recordó la ayuda brindada al prócer suramericano Simón Bolívar, así como el aporte a la derrota de las tropas francesas en Luisiana. "Sin Luisiana, Estados Unidos no sería lo que es hoy", sentenció. Por su parte, el presidente surafricano Mbek calificó la independencia haitiana como "una de las más grandes revoluciones de la historia" y como "una inspiración para todos los pueblos de África y el mundo".

A lo largo del continental se presentaron varias manifestaciones de solidaridad con el Bicentenario de la independencia haitiana:

A mediados de 2003 el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias, descubrió en el salón del directorio del BID en Washington un óleo con la imagen de Alexandre Pétion, que desde entonces comparte espacio con los otros próceres de la región, desde O'Higgins hasta Hidalgo. Iglesias manifestó que Pétion debe ser reconocido como uno de los padres fundadores de la causa panamericana.

En México, entre tanto, en la Casa del Lago de la UNAM, el 21 de agosto de 2003 se inauguraron las Jornadas Culturales de Haití, con muestras de pintura, escultura, artesanía y conferencias.

Un año antes, el 3 de diciembre de 2002, en Antigua, Guatemala, un encuentro caribe del partido FSP, se comprometió a impulsar una celebración continental del Bicentenario de la Independencia de Haití (el sitio web no informa qué significan las siglas, ni sobre la continuidad de la propuesta).

El 12 de diciembre de 2003 la delegación permanente de Haití ante la OEA presentó a la Asamblea de este organismo un proyecto de resolución para asociarse a la celebración del Bicentenario (no conocemos la resolución definitiva).

En St. Agustine, Trinidad y Tobago, The University of the West Indies convocó el 30 de septiembre de 2003 un coloquio con el tema: "Conferencia sobre el Ducentésimo Aniversario de la Independencia de Haití. Reinterpretación de la revolución haitiana y sus repercusiones continentales (1804-2004)", para el 16-18 de junio de 2004, a cargo de los profesores Elizabeth Walcott-Hacksham y Martin Munro.

En Cuba, el Ministerio de Cultura crea el 26 de septiembre de 2003 la Comisión Nacional para Honrar la Independencia de Haití en su Bicentenario, presidida por Armando Hart Dávalos, director del Programa Martiano, e integrada por ministros y miembros del Consejo de Estado, entre otras personalidades. El 6 de enero de 2004 se realizaron los actos centrales en La Habana, con ofrendas florales ante las estatuas de José Martí y Tussaint Louverture, presididos por el ministro de relaciones exteriores, Felipe Pérez Roque, y la embajadora de Haití, Marie Andrine Constant. Días antes hubo misa de Acción de Gracias en la catedral de Santiago de Cuba. Adicionalmente, el Premio Casa de las Américas 2004 y el XXIV Festival del Caribe se dedicaron ese año al Bicentenario de la Independencia haitiana.

De resto, el mundo fue testigo de los sucesos políticos, sociales e intervencionistas de principios de 2004 en la isla haitiana, agravados luego por los huracanes, que opacaron las conmemoraciones, que no son objeto de esta crónica.

petion.jpg

"Está, pues, destinado V. E. a hacer olvidar la memoria del gran Washington, franqueándose una carrera la más ilustre, cuyos obstáculos son superiores a todos los medios. El héroe del Norte sólo encontró soldados enemigos que vencer y su mayor triunfo fue el de su ambición. V. E. tiene que vencerlo todo, enemigos y amigos, extranjeros y nacionales, los padres de la patria y hasta las virtudes de sus hermanos. El cumplimiento de este deber no será muy difícil para V. E., porque V. E. es superior a su país y a su época". Carta de Simón Bolívar al presidente Alejandro Petión, Puerto Príncipe, octubre 9 de 1816.

Fuentes: www.laventana.casa.cult.cu; www.granma.cu; www.embhaiti.cu; www.diplomatie.gouv.fr; www.eltiempo.terra.com; www.rebelio.org; web.amnisty.org; www.urng.org.gt; www.palli.ch; www.iadb.org; www.elcipresenelpatio.com.ar; www.ansanm.com

Luis Javier Caicedo
Editor www.albicentenario.com
Medellín, Colombia

 

DECLARACIÓN DEL GRUPO BICENTENARIO SOBRE EL ROL DE LA REPÚBLICA DE HAITÍ EN LOS PROCESOS DE INDEPENDENCIA LATINOAMERICANOS

Durante el presente año las naciones que conformamos el Grupo Bicentenario 
daremos comienzo al ciclo de conmemoraciones de los bicentenarios de los 
procesos de independencia en América Latina. El Grupo Bicentenario recuerda 
que   esta   primera   gesta   por   la   libertad   comenzó  en   el   año   1804,   en   Haití, cuando un valeroso grupo de insurgentes puso fin al yugo colonial y al oprobio de la esclavitud, abriendo paso, de esta manera, a los sucesivos procesos de 
independencia en nuestra región. 

Buenos Aires, 29 de abril de 2009.

HAITÍ EN EL AÑO DEL BICENTENARIO

Opinión| 16 Ene 2010 - 11:59 pm
William Ospina
Por: William Ospina

Tomado de: http://www.elespectador.com/opinion/columnistasdelimpreso/william-ospina/columna182424-haiti-el-ano-del-bicentenario

BASTA VER LOS DOCUMENTALES DE los años cuarenta para sentir que había en Haití una serenidad y una suerte de orden que en los últimos tiempos han desaparecido casi por entero. Hasta las montañas parecían más cubiertas de vegetación.

El país recibía visitantes del mundo, había en sus terrazas cálidas fiestas caribeñas, una arquitectura bella y serena crecía en las ciudades. Pero ya debían estar sembradas las semillas del caos que después se apoderó del país.

Haití fue el primer país de América Latina que declaró su Independencia, y lo hizo bajo el influjo de las ideas liberales que acababa de desencadenar en la metrópoli la Revolución Francesa. Fue la segunda república del continente americano, una de las primeras del mundo, y por varias razones la más admirable. Francia, que la había dominado por siglos, tuvo en Haití una de sus mayores riquezas, hasta el punto de que en el siglo XVIII la isla producía el 75% del azúcar mundial, y por ello la primera hostilidad que padeció la joven república fue la de su antigua metrópoli, que le exigió una cuantiosa indemnización por haberse independizado. Después, Haití se eternizó a su vez en el reclamo de una compensación de 20.000 millones de dólares a Francia, por el saqueo a que había sido sometido.

El resto del mundo también le cobraba su audacia. Casi nadie en el siglo XIX parecía dispuesto a respetar a un país gobernado por gentes que tenían todavía la marca de las cadenas, y sin embargo fue ese país el que más favoreció la Independencia del resto de la América del Sur. Bolívar no olvidaría nunca la ayuda que le prestó el presidente Petión: en barcos, en armas y en soldados, para desembarcar en Venezuela y emprender su campaña. Expulsado después por los españoles, a Haití volvió Bolívar arruinado, y otra vez Petión lo proveyó de recursos, con la sola condición de que liberara a todos los esclavos.

¿Cuándo y cómo perdió Haití la iniciativa que aquellos gestos revelan? Tal vez son los últimos sesenta años los que tienen que explicar por qué un país tan semejante a los otros antillanos se hundió como ninguno en la pobreza, en la impotencia y en el desgobierno. Y la historia de Francois Duvalier es inquietante y reveladora. Cualquiera que estudie sus orígenes puede ver que prometía ser la salvación de su patria. De origen humilde, se había hecho médico por el talento y por la suerte, y hubo un momento en que parecía sólo un desinteresado benefactor de la comunidad. Dicen que el poder corrompe: bastó que el poder recayera en sus manos y empezó a actuar de un modo autoritario y violento. El vudú, manipulado por él, dejó de ser la expresión compleja de una cultura para convertirse en instrumento de represión, propaganda y dominación. La avidez de poder, la enfermiza pasión por dominar a los otros, por deshacerse de los contradictores, por hacerse temible, hizo de él un curioso monstruo de vanidad y de tiranía. No se necesitó mucho tiempo para que sus servicios de seguridad se convirtieran en una secta de horror y de arbitrariedad, esos Ton Ton Macoutes que en los años sesenta eran el símbolo de un poder monstruoso.

Y claro que el gobierno de los Estados Unidos vio en este tirano, como en Trujillo, una muralla adecuada para contener a los comunistas cubanos. De modo que un despotismo delirante se vio alentado por un gran poder internacional, y la herida sobre su sociedad se volvió profunda y permanente. La tiranía se hizo hereditaria y vitalicia; la segunda república americana fue malignamente pervertida por la primera, y nadie en Estados Unidos pareció advertir la inconsecuencia de que la primera democracia del mundo patrocinara la más sombría de las dictaduras. Así se socavan los fundamentos de una sociedad y las bases de la coherencia mental de un pueblo.

Bajo el poder de la corrupción, una desordenada economía de subsistencia arrasó la naturaleza del país, en contraste asombroso con la nación vecina, que conservó en la otra mitad de la isla sus árboles y los rudimentos de su economía. A pesar de padecer otra dictadura ominosa, República Dominicana no se hundió en el caos, algo salvó su vocación de orden y de convivencia.
Las calamidades naturales son más graves cuando los pueblos están abandonados a su suerte y desamparados de la capacidad de unirse y resistir. Deforestado, con su agricultura en ruinas, su población hacinada en las ciudades, la mitad sumida en el analfabetismo y en la falta de agua potable e instalaciones sanitarias, con una carencia de empleo alarmante, con buena parte de la población soñando con huir a donde sean fecundos el cerebro y las manos, la infraestructura colapsada, la mitad de la población compuesta por niños, y bajo una crisis de alimentos que por años los ha obligado a alimentarse físicamente de barro, ahora les llega a los haitianos el colapso, con el terremoto más destructor de los últimos tiempos.

Mucho podrían aportarles los funcionarios colombianos que lograron en tan pocos años la admirable reconstrucción física y social de Armenia y de la zona cafetera. Pero claro que contaban con la economía floreciente y la entereza espiritual de una comunidad vigorosa. Haití, postrado por la corrupción y socavado por el narcotráfico, necesita una cura mucho más profunda e integral. No le bastarán los millones de dólares que hace años reclama y que de verdad necesita. Requiere verdaderamente una inédita solidaridad continental: las artes de la convivencia, la inteligencia de los sabios y la destreza de los técnicos, la sensibilidad de los artistas y el ingenio de los inventores, para intentar convertir esta catástrofe en el taller de reinvención de la vida en la cuna de la democracia latinoamericana. Ese sí que es un primer desafío para el año del Bicentenario.