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Dos celebraciones de Medellín
2025 es una fecha de lo más importante, pues se cumplen quinientos años del comienzo de conformación estable del país. En 1525 se fundó la ciudad costera de Santa Marta, la primera con vocación efectiva de permanencia, que dio lugar al proceso de consolidación territorial de la que fuera la Nueva Granada, hoy Colombia. Luego siguieron Cartagena (1533), Popayán (1536) e incluso Antioquia en 1541. Veinte o veinticinco años de atrevimientos peninsulares que concluyeron por formar un país, a través de la fundación de Ciudades-Provincias. Igualmente 2025 tiene su importancia en el plano local, pues el 2 de noviembre Medellín con el valle de Aburrá cumplirá 350 años de fundada (1675-2025). En el valle de Aburrá ya existía un pueblo de indios (resguardo indígena de San Lorenzo de Aburrá), creado por el oidor Francisco Herrera Campuzano en 1616, pero las dinámicas de la época, que habían convertido al valle en la parte más habitada y más próspera de la región, donde se concentraban los recursos provenientes de las minas de oro, de la ganadería y de la agricultura, exigían una figura más adecuada para su administración, que pusiera en manos de sus habitantes los destinos de la región, sin pasar por el Cabildo de Santafé de Antioquia. Después de muchos avatares se constituyó la Villa de Nuestra Señora Candelaria de Medellín, en 1675. Pero no bastaba con ser villa, había que pensar en ser ciudad y convertirse en la capital de la provincia. La Independencia fue la circunstancia propicia para estas transformaciones. En 1813 Medellín y Marinilla fueron convertidas en ciudades por su contribución a la guerra. Y el 17 de abril de 1826 Medellín se convirtió en la capital de la provincia de Antioquia, en reemplazo de Santafé de Antioquia que lo había sido hasta entonces. Lo de ser ciudad en lugar de villa dejó de tener trascendencia, porque la República organizó una nueva manera de ordenamiento político del territorio, pero el hecho de ser capital de la provincia sí proyectó a Medellín hasta convertirla en la segunda ciudad del país. De esto se cumplen 200 años en 2026. Ecos del bicentenario de la Independencia. Tenemos así, que en virtud de los azares del almanaque casi que coinciden en el tiempo estos dos acontecimientos pilares de la existencia de la ciudad. Para la actual generación es un honor celebrar estos acontecimientos. Ellos son la oportunidad de volver al pasado, reafirmar nuestras querencias y virtudes, reflexionar sobre el crecimiento metropolitano, y poner nuestra impronta sobre el destino de la ciudad. Habría que hacer una celebración de ambas efemérides, que conmemore tanto la naciente villa colonial como la consolidación de la ciudad republicana, en un mismo tiempo corrido que una a 2025 con 2026. Este horizonte conmemorativo de dos años permitirá que se investigue sobre los hitos históricos que han marcado el devenir de la ciudad, y más allá de la historiografía permitirá que con el debido tiempo se organice una conmemoración que comprometa a todos los habitantes y sectores de la ciudad y del área metropolitana. El valle de Aburrá Estas son fechas del valle de Aburrá. Es a partir de una consideración del valle en el contexto de la provincia que se define lo que hay qué hacer en él. Después de un descubrimiento traumático en 1541, que irrumpe en 9000 años de poblamiento aborigen, el valle sigue sin interés para los españoles porque los yacimientos de oro -por el momento- se identifican hacia Santafé de Antioquia y Zaragoza. Los pocos indígenas Aburráes que sobreviven o que no se suicidan son sometidos a encomienda. El gobernador Gaspar de Rodas recibe una merced de tierras de casi la mitad del valle, de la que entrega una parte para que vivan los indígenas. Su sucesor en la encomienda, Alonso de Rodas, los trata abusivamente. En ese momento llega la visita de la Real Audiencia de Santafé de Bogotá, que en 1615/1616 libera a los indios de su encomendero, a quien adelanta un juicio de residencia, acabando con 70 años de conquista, y decide crear un resguardo para ellos y otros indígenas del área de Santafé de Antioquia (Peques, Hevéjicos y Noriscos) y del nordeste (Yamesíes), para que sirvan de mano de obra en la región: “como por la importancia que se sigue de que se sustenten con una población de indios el mismo valle y hatos de ganados que hay en él y personas que van y vienen a llevar ganados vacunos y porcunos de la gobernación de Popayán y para su sustento y proveimiento de las ciudades de los Remedios, Zaragoza y Guamoco, que las dos de ellas son de esta dicha gobernación y todas de la grosedad y riqueza de oro que se saca que es notorio y que se sustentan de los dichos ganados del dicho Valle de Aburrá y de los que por él se traen de las ciudades de Buga, Cali, Pasto, Popayán, Arma y otras de aquella gobernación de Popayán” (nota 1). Constituido el resguardo, las actividades mencionadas aumentaron y se incrementó el número de “personas que van y vienen”, hasta el punto que los indígenas fueron mermando su participación en el negocio y a un lado de su resguardo se organizó un centro poblado (el sitio de Aná). Los habitantes no indígenas empezaron a pedir autonomía para el manejo de sus asuntos, sin depender para ello de la ciudad de Santafé de Antioquia. Así consiguieron que el Gobierno español concediera su autorización para fundar una villa, con cabildo propio, que se llamara, no con el primitivo nombre de Aná, sino con el de Medellín, por el conde que hizo las gestiones ante la reina. El destino estaba sellado para el resguardo indígena, que sufre el asedio implacable de los nuevos habitantes: “Por ser sus tierras resguardo de indígenas y por lo tanto, prácticamente, de imposible adquisición por parte de las familias españolas que querían asentar aquí sus reales, la Villa del Poblado de San Lorenzo de Aburrá, que albergaba a 300 indígenas y unos cuantos peninsulares, no sólo fue precaria, sino carente por completo de cualquier posibilidad de progreso” (nota 2). De esta manera quedaron bajo jurisdicción del Cabildo de Medellín la villa propiamente dicha y todos los hatos y sitios existentes en el valle de Aburrá: Guitaguy, Hato de Guayabal, Otra Banda, Hato Viejo, La Tasajera, El Totumo, Hato Grande, El Hatillo, Hato de Barbosa, La Eme, etc. Como se ve, la villa no era solo Medellín sino todo el valle de Aburrá, su jurisdicción. Y esta situación continuó mientras duró el Gobierno de los españoles. Consolidada la Independencia, por la batalla de Boyacá (1819) y, para el caso de Antioquia, por el combate de Chorros Blancos (1820), el ordenamiento territorial abolió la distinción entre ciudades-villas-sitios y lugares, y surgieron los distritos parroquiales o municipios. Para el momento en que la ciudad de Medellín se convierte en capital de la provincia de Antioquia (1826) no había en el valle de Aburrá otra entidad territorial. Todos eran sitios o alcaldías pedáneas sufragáneas a la Villa de Medellín. Al parecer es solo en 1831 que se crea el distrito de Itagüí, y detrás de él los demás municipios del valle: Barbosa, Girardota, Copacabana, Bello, La Estrella, Envigado, Sabaneta y Caldas. Por consiguiente, estas, la de 1657 y la de 1826, son fechas comunes para todo el valle de Aburrá, por lo que los actuales municipios están llamados a conmemorar los dos acontecimientos: la fundación de la villa y la conversión de Medellín en capital de la provincia. El resguardo de San Lorenzo de Aburrá
Igualmente, a la celebración de la fundación de Medellín está convocado el pueblo de indios o resguardo de San Lorenzo de Aburrá, que duró hasta diez años de fundada la Villa, 1685. Los indígenas fueron desposeídos y extrañados hasta el lugar de La Estrella, arriba de Bitaguy, donde los encuentra Francisco Silvestre en su memoria de la Gobernación de Antioquia de 1776. El resguardo iba desde el cerro Nutibara, hacia el sur hasta el nacimiento del río Medellín, de ahí por las montañas del oriente hasta encima del barrio San Diego y de ahí al primer lindero, es decir, abarcaba la zona sur de Medellín, y partes de los municipios de Itagüí, Caldas, La Estrella, Sabaneta y Envigado. Este resguardo tuvo dos desgajes: Dos desgajes se hicieron en estas tierras del Resguardo de San Lorenzo de Aburrá por parte de los Gobernadores Vélez de Guevara y Francisco de Berrío. La razón aducida era la de que los indios habían disminuido y ya no necesitaban tanta tierra. Parece que había un cambio de política también en cuanto a la proporción que debía existir entre los habitantes y la tierra. La tierra que se quitó a los indios de San Lorenzo fue la siguiente:
Señaló el Gobernador Vélez el 2 de mayo la hacienda de pan en Itagüí, de doce fanegas. La de Caballería la señaló desde la Quebrada de Rodrigo Anserma, por encima del dicho Poblado, corriendo hacia arriba de la Ranchería de Juan Vásquez. Vélez le dio posesión al Capitán Toro el 20 de mayo hacia la Casa de Andrés Sánchez, donde tenía la Casa el Indio presidente. Tomó de la mano a Toro y lo pasó por las tierras de las cuales arrancó las yerbas. Estaba presente el Cacique Sebastián, quien consintió en ello […]
La observación de monseñor Piedrahita es muy valedera, pues las tierras de resguardo eran apenas unas porciones que el Gobierno español dejó a los indígenas de lo que fueron sus tierras. Lo perdían todo, y se les asignaba un resguardo. Por lo tanto, no debían medirse con el rasero de población. Esta conmemoración debe contener alguna actividad o programa que refleje la existencia del pueblo de indios de San Lorenzo de Aburrá, con sus 500 habitantes Aburráes, Yamecíes, Peques, Hevéjicos y Noriscos, y su resguardo, que no fue solo un punto en el mapa que se suprimió. Medellín capital de Antioquia
La ciudad-provincia de Antioquia fue fundada en 1541 en territorio de los indígenas Currumes, Hevéjicos y Peque (municipios de Buriticá y Peque). En 1542 fue trasladada al valle de Nore (municipio de Frontino). Antioquia fue disputada por las gobernaciones de Popayán y Cartagena, pero luego obtuvo su autonomía. Cerca de 1573 pasó a la Villa de Santafé, con el nombre de Santafé de Antioquia. Durante este tiempo hubo identidad entre el nombre la provincia y su capital. En 1675 se fundó la villa de Medellín, comprendiendo en su jurisdicción un resguardo entregado a los indígenas Aburráes, Hevéjicos y Peques. Diez años después fue extinguido el resguardo. La villa progresó, muy cerca de la ciudad de Rionegro. En 1810 se proclama la independencia y comienza la guerra que dura hasta 1819, cuando surge en libertad un nuevo país: Colombia, por la unión de Venezuela, Nueva Granada y Quito. En 1813 las villas de Marinilla y Medellín se erigen en ciudades. En esta época los antioqueños -que no habían tenido una participación determinante en la guerra- cambian la capital de su provincia. Los factores que determinan el cambio de Santafé de Antioquia por Medellín pueden ser estructurales (desplazamiento del centro de las actividades mercantiles del oro, la ganadería y el comercio, y nuevas rutas para conectarse con el río Magdalena, y por ende aumento de la población de Medellín); otros que tienen que ver con la naturaleza (un mejor clima y una plaga que afecta el cacao); algunos anecdóticos (la prometida del Gobernador que es de Medellín y dice que no se casa en Santafé); otros políticos (la guerra de independencia que como cualquier revolución permite hacer cosas que no cabía en el régimen español), y otros de carácter personal. Entre estos se encuentra Gregorio María Urreta Tatis, cartagenero, elevado a general por Simón Bolívar. Urreta fue nombrado como gobernador de Antioquia por el vicepresidente Francisco de Paula Santander, cargo que ejerció entre 1825 y 1829. Se casó y sus seis hijos se unieron en matrimonio con las familias pudientes de Medellín. En 1872 el Gobierno Nacional le negó la pensión por su participación en las guerras de independencia. A él le correspondió hacer el traspaso de la capital. Para el traslado, el gobernador Urreta argumentaba: “La ciudad de Antioquia (Santa Fe de Antioquia) por su situación geográfica no es un país agricultor y comerciante y por una consecuencia precisa es pobre y de pocos habitantes. La ciudad de Antioquia es verdad que antes que se poblara el resto de la Provincia y cuando el comercio se hacía por el puerto del Espíritu Santo, porque no se conocían los de Nus y Juntas, pudo ser capital; pero extendida la población y llamado el tránsito del comercio a los dos puertos expresados, la ciudad de Antioquia llegó a su término ó ve obstruidos los canales de su antigua aunque limitada provinciana prosperidad, y ella no podría ir en aumento, sino en disminución, porque la Villa de Medellín, la ciudad de Rionegro y la Villa de Marinilla le hacen ventajas extraordinarias, no solo en temperatura, sino en agricultura, comercio y población.” (nota 5) Y otro personaje de gran incidencia en la capitalidad de Medellín fue el envigadeño José Manuel Restrepo, secretario del interior tanto de Bolívar como de Santander, y por tanto el indicado para incidir ante el Congreso, quien desde los últimos años de la Colonia se expresaba a favor de crear un colegio mayor en el valle de Aburrá: Su temperamento [de Santafé de Antioquia] es el más opuesto al estudio y educación de los jóvenes en un clima abrasador, donde todo el día se suda, sin recibir jamás el fresco soplo de los vientos es imposible que los jóvenes progresen; ellos se aniquilan con trabajos inútiles. Por el contrario en Medellín rodeados siempre de una atmósfera deliciosa, cuyo calor jamás incomoda, es preciso que los estudiantes hagan los más rápidos progresos. Por otra parte los estudios de Medellín sirven para casi toda la provincia de Antioquia. Esta Villa colocada en el centro de ella, recibiendo en su seno a los jóvenes de su jurisdicción, de Rionegro, de Marinilla y los demás lugares adyacentes, poblaciones que comprenden setenta mil habitantes, de los cien mil que tiene la mencionada provincia...” (nota 6) La ley del 17 de abril de 1826 modifica la ley de ordenamiento territorial de 1824 para consignar el cambio de capital de Antioquia para Medellín.
Notas:
Luis Javier Caicedo |
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