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BARRIO MANGURUMA (MUNICIPIO DE FRONTINO)
SEGUNDA UBICACIÓN DE LA CIUDAD DE ANTIOQUIA 1542

“En la tradición oral de los frontineños se dice que entre el barrio Manguruma y la vereda Nore suenan en Semana Santa las campanas de la iglesia de Antioquia la Veja, la cual se hundió como castigo divino por el festejo pagano que sus habitantes realizaban durante esas fechas”
Carlo Emilio Piazzini

 

LAS CIUDADES NÓMADAS

La Ciudad de Antioquia ha tenido tres asientos. El primero en Peque. El segundo en Frontino y el tercero en la actual Santafé de Antioquia, como se lee en la página web del municipio al relatar la historia de su escudo:

“El escudo que actualmente se exhibe en Santa Fe de Antioquia es el perteneciente a la población de Antioquia fundada en 1541 en el Valle de Ebéjico, situado en el paraje ‘La Ciénaga’ cerca del corregimiento Santa Agueda, en el municipio de Peque. Este escudo tiene las características de esa región a pesar de que a dicha población sólo llegó a comienzos de 1546 cuando Antioquia estaba asentada en el Valle de Nore, paraje de Manguruma, en el municipio de Frontino, habiendo sido concedido por Cédula Real de Carlos I de España, y abandonada por sus habitantes en 1573, quienes de desplazaron a la Villa de Santa Fe y llevaron consigo el escudo” (Tomado de: http://santafedeantioquia-antioquia.gov.co/informacion_general.shtml ).

 

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Traslados de la ciudad de Antioquia, sobre mapa vial de Antioquia
tomado de internet (el mapa original no incluye Buriticá)

No son ciudades distintas, sino la misma ciudad que cambia de sitio. Esto porque en el sistema colonial español una “Ciudad” no es lo que hoy entendemos por tal (el mero centro poblado o hecho urbano) sino un centro poblado al que se asociaba una amplia jurisdicción, una provincia. Se trataba de Ciudades-Provincia que los conquistadores fundaban en virtud de poderes emanados de la Corona, para apoderarse, a partir de un caserío inicial, de una gran cantidad de tierra de los indígenas. Todas las otras poblaciones o entes territoriales que se constituían al interior de la provincia (Villas, Pueblos de Indios, Reales de Minas, Sitios y Lugares) quedaban dependientes o sufragáneas de la respectiva Ciudad.

Como la Conquista fue una guerra, librada en territorios desconocidos por los invasores, y dichos territorios a su vez eran disputados entre distintos generales, el avance español (“el aumento de la Corona Real de Castilla) requería, primero, la movilidad militar (del “Real” o campamento del capitán y del teniente de la expedición”) y, segundo, la movilidad urbana (de los centros poblados debidamente constituidos con sus alcaldes, justicias, regidores, iglesia, traza urbana, solares y ejidos o tierras comunes). En este sentido, los centros urbanos podían moverse, trasladarse de un lugar a otro, pero siempre y cuando fuera dentro del territorio, los “términos” o la jurisdicción de la misma provincia. Para legitimar el traslado, el acta de fundación de las ciudades tenía una cláusula que decía que X Ciudad se fundaba en X Sitio sin perjuicio de que si más adelante se encontraba una ubicación más conveniente, podía trasladarse o refundarse en el nuevo sitio. Aunque a veces se prescindía de dicha cláusula.

Hay que decir que el traslado era completo. Se pasaban todos los vecinos españoles, los curas y las órdenes religiosas, con el título de la ciudad, el escudo, la caja real, la vara de justicia, las reliquias, los enseres, el ganado y el personal de servicio (indios y negros). La ciudad antigua quedaba abandonada del todo (Antioquia, Cartago) o en su lugar quedaba un poblado sin prerrogativas (Anserma Vieja, Arma).

Todas las primeras ciudades fundadas en la región del Cauca Medio (Anserma, Cartago, Antioquia y Arma), unas más temprano que otras, fueron objeto de traslado.

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Traslados de las ciudades del Bredunco

Por lo demás, éste no fue un fenómeno exclusivo del Nuevo Reino de Granada, sino característico de toda América Latina, donde se han estudiado 162 casos de traslados de ciudades entre 1492 y 1820:

“El número de casos estudiados de estas ciudades nómadas –trasladadas, abandonadas, refundadas, remodeladas, olvidadas, recuperadas, etc.- es casi una anécdota -162 casos entre el inicio de la Conquista y hasta 1820-, si lo comparamos con el aluvión de propuestas de interpretación que dejan entrever estos fenómenos: decisiones políticas de aquí y allá –metrópoli y virreinatos-; desplazamientos de población –forzados, voluntarios, mixtos; transformación del paisaje, del comercio, de las rutas y vías de comunicación. Recordemos que la fundación de uan ciudad era un negocio, y no solo para la Corona, en sentido extenso del término, sino para sus promotores. Tamaño vergel de realidades tiene muy pocos nexos de comparación con otras realidades, aunque tengamos casos como los sicilianos y calabreses –en la actual Italia- entre los siglos XV-XVIII, y siempre que tengamos presente el límite del ámbito geográfico y cronológico de la Monarquía Hispánica” (Luis Miguel Delgado Barrado. “Reseña del libro de Alain Musset. Ciudades nómadas en el Nuevo Mundo. Fondo de Cultura Económica, 2011”, en: Trashumante. Revista Americana de Historia Social. UAM México y U. de A. Colombia, N° 2, julio-diciembre 2013).

 

EL TRASLADO DE LA CIUDAD DE ANTIOQUIA DEL VALLE DE EBÉJICO (PEQUE) PARA EL VALLE DE NORE (FRONTINO) EN 1542

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Barrio Manguruma en primer plano. Al fondo, el centro de la ciudad de Frontino
Foto: www.frontino-antioquia.gov.co

En el caso particular de Antioquia, el acta de fundación por Jorge Robledo, del 4 de diciembre de 1541, dice:

“…la qual dicha fundación dixo que hazia e hizo con aditamento que si a él o a la persona que alli dexase y al cabildo de la dicha cibdad le pareciese que la dicha cibdad se debia mudar a otra parte donde tuviese mejor asiento y otras particularidades que son menester para una cibdad e los vezinos e pobladores e conquistadores Rescibiesen dello honrra e provecho y quietud y los yndios e naturales de las tierras comarcanas menos daños que puedan mudar e muden en el dicho nombre. En aquellas partes que mejor fuere sin que por ello caigan en pena alguna ni dello pare perjuizio a ninguno e lo pidio por testigos que fueron presentes a lo que dicho es” (Citada en: Benjamín Pardo Londoño. La Ciudad de Antioquia y la Villa de Santa Fe: orígenes del pueblo antioqueño. Medellín, Fondo Editorial de la Universidad EAFIT, 2010. Colección Bicentenario de Antioquia, págs. 103-104. Disponible en internet).

Siguiendo la Historia de Antioquia de Francisco Duque Betancur, cuando Robledo salió al puerto de San Sebastián de Buenavista, después de haber dejado fundada la primera ciudad de Antioquia en el Valle de Ebéjico, fue apresado por los hermanos Alonso y Pedro de Heredia, acusado de usurpar territorio de la gobernación de Cartagena. Robledo fue despachado preso para España, pero antes de partir comisionó a Pedro Cieza de León para que fuera por Panamá y Buenaventura a Cali y le llevara la noticia a Belalcázar. Pedro de Heredia se internó en tierra firme con el fin de tomar la ciudad de Antioquia, pero al llegar los habitantes no lo reconocieron, y en cambio salieron de la ciudad a buscar auxilio de Belalcázar. En el camino se encontraron con Juan Cabrera, quien precisamente había sido enviado por Belalcázar para defender la naciente Antioquia. Cabrera, entonces, cayó sobre la ciudad (tal vez una decena de chozas pajizas), tomó preso a Heredia, saqueó el pueblo y le prendió candela. Luego, viendo que no era buena la posición de la ciudad encastillada entre las formidables montañas de Peque, resolvió trasladarla a un sitio más abierto, para lo cual delegó a Isidro de Tapia, quien el 7 de septiembre de 1942 refundó la ciudad de Antioquia en el más amplio Valle de Nore:

“En la provincia de Nori, términos de la ciudad de Antioquia de esta gobernación de Popayán de estas partes de las Indias del Mar Océano, jueves, a siete días del mes de septiembre año de nacimiento de nuestro señor Jesucristo de mil y quinientos y cuarenta y dos años  (…) digo que por cuanto el capitán Jorge Robledo en nombre de su Majestad y en nombre del dicho  señor gobernador don Sebastián de Belalcázar como su teniente y gobernador, fundó en la provincia de Ebéjico  esta ciudad de Antioquia, la cual fundó con aditamento que hallándose otro mejor asiento y sitio en los términos de la dicha ciudad se pudiera mudar  y tornarse a fundar (…) y ahora habiéndose hallado otro mejor asiento y sitio en los términos de la dicha ciudad , de muchas tierras y ejidos y pastos y montes y leña y agua (…) estando en  esta dicha provincia de Nori en un llano cauana [sic] en medio de dos ríos pequeños que vienen de la sierra atrecho el uno del otro el dicho llano, el dicho señor capitán y teniente de gobernador susodicho [Isidro de Tapia] hizo hacer un hoyo y allí por sus propias manos puso y metió un madero grande y dijo, pidiéndome por testimonio a mí, el dicho escribano en la manera susodicha, cómo en nombre de su Majestad el Rey Emperador don Carlos nuestro señor y en aumento de la Corona Real de Castilla y del ilustre señor adelantado don Sebastián de Belalcázar, gobernador y capitán general de estas provincias y gobernación de Popayán, etcétera (…) pongo aquí este madero en señal de posesión para que en este dicho llano fuese pasada e refundada la dicha ciudad de Antioquia y así la fundó y refundó y mandó que allí fuese edificada; y el dicho madero dijo que señalaba y señaló por picota para que en ella fuese ejecutada la Justicia Real de su Majestad, y fuese la advocación de la iglesia mayor de la dicha ciudad la advocación de Nuestra Señora de la Concepción, y dijo que tomaba y tomó la posesión civil y criminal y natural corporalmente de la dicha ciudad y que aquí hacía la fundación y refundación, la cual dicha posesión tomó quieta y pacíficamente sin contradicción alguna que le fuera dicha ni hecha por alguna persona…” (Francisco Duque Betancur. Historia de Antioquia, tomo I. Medellín, Gobernación de Antioquia, 2011,2ª. ed., Colección Bicentenario de Antioquia, págs. 165-172. En esta cita hemos adaptado la escritura antigua a la ortografía del castellano actual).

Las disputas por Antioquia prosiguieron (“No le faltarán guerras como a la de Siria”), pues hombres de Heredia se tomaron por segunda vez la ciudad, siendo recuperada por tropas de Popayán en 1545. El mismo año se consolidó la fundación, porque el rey Carlos I le concedió el escudo de armas a la ciudad.

En cuanto a los Katíos, como en ese entonces ellos desconocían el idioma español, parece que lo único que les quedó en claro del acta fundacional fue la parte en que los barbudos forasteros dijeron que habían tomado posesión criminal de sus tierras, puesto que en los años siguientes la segunda Antioquia fue tomada y destruida por los indígenas y reedificada varias veces (una de ellas en la Loma de la Fragua, cerca de Buriticá, por el gobernador Valdivia), hasta que en 1573 desapareció “por consunción”, se la tragó la manigua, como en La Vorágine, y sus habitantes se trasladaron definitivamente para el río Cauca, donde se refundió con la ya cuarentona villa de Santafé, tomado el nombre de Santafé de Antioquia, en un intrincado laberinto de hechos que confunde hasta a los más avezados a las lides históricas:

“Comienzo por declarar que el asunto de las reedificaciones de Antioquia es uno de los problemas más complejos que ofrece la historia de la ciudad, tanto por las vicisitudes que ésta experimentó desde sus comienzos, cuando fue teatro de luchas entre Benalcázar y Heredia y de los ataques indígenas; como por la escasez de datos que se tienen sobre el particular. Con todo, existen documentos que aunque aislados y dispersos permiten, debidamente ordenados, formar una idea bastante exacta de las diversas empresas realizadas por los conquistadores para mantener a flote, por así decir, la ciudad fundada por Robledo en 1541. Con este estudio pretendo llenar una de las más grandes lagunas que afectan la historia local en este lapso de poco más de 30 años, es decir, desde 1542 hasta 1573. Resulta muy difícil esclarecer algunos puntos sobre los cuales no se han hallado hasta el presente los documentos necesarios para comprobar hechos que sólo admiten conjeturas o hipótesis. Por ésta razón, mis investigaciones son solamente una tentativa para desenredar la madeja de la complicada historia de la ciudad en gran parte de la segunda mitad del siglo XVI” (Benjamín Pardo Londoño, ob. cit).

Con la independencia se le quitó a Santafé de Antioquia la capitalidad de la provincia, pero no hubo traslado para el valle de Aburrá, sino que la Villa de Medellín, que durante la Colonia era sufragánea de la ciudad de Antioquia, fue segregada de ésta y erigida como Ciudad en 1813 por Juan del Corral, y luego, en 1826, el Congreso de la Gran Colombia la designó capital de la provincia, a instancias del envigadeño José Manuel Restrepo.

 

REFERENCIAS DE CIEZA DE LEÓN A LA SEGUNDA ANTIOQUIA

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Pedro Cieza de León estaba el 4 de diciembre de 1541 con Robledo cuando éste fundó la ciudad de Antioquia en el valle de Ebéjico (al sur de Peque) y luego lo acompañó en su salida a Urabá. Cuando Cieza regresó a la ciudad cerca de 1946 ya la ciudad había sido mandada refundar por Juan Cabrera en el valle de Nore (Frontino), traslado que se refleja en lo escrito por el cronista:

“Por otra parte de este valle donde es señor Nutibara [valle de Guaca] tiene por vecinos otros indios, que están poblados en unos valles que se llaman de Nore, muy fértiles y abundantes. En uno de ellos está ahora asentada la ciudad de Antiocha (…)

“Esta ciudad de Antiocha está fundada y asentada en un valle de estos que digo, el cual está entre los famosos y nombrados y muy riquísimos ríos del Darién [Atrato] y de Santa Marta [Cauca], porque estos valles están en medio de ambas cordilleras. El asiento de la ciudad es muy bueno y de grandes llanos junto a un pequeño río. Está la ciudad más allegada al Norte que ninguna de las del reino de Perú. Corren junto a ella otros ríos muchos y muy buenos, que nacen de las cordilleras que están a los lados y muchas fuentes manantiales de muy clara y sabrosa agua, los ríos todos los más llevan oro en gran cantidad, y muy fino, y están pobladas sus riberas de muchas maneras. A toda parte cercada de grandes provincias de indios muy ricos de oro, porque todos lo cogen en sus propios pueblos. Usan de romanas pequeñas, y de pesos para pesar el oro. Son todos grandes carniceros de comer carne humana. En tomándose unos a otros, no se perdonan. Un día vi yo en Antiocha, cuando la poblamos, en unas sierras donde el capitán Jorge Robledo la fundó (que después por mandado del capitán Juan Cabrera se pasó donde ahora está) que estando en un maizal, vi junto a mí cuatro indios, y arremetieron a un indio que entonces llegó allí, y con las macanas le mataron, y a las voces que yo di lo dejaron, llevándole las piernas, sin lo cual estando aun el pobre indio vivo, le bebían la sangre y le comían a bocados sus entrañas. No tienen flechas, ni usan más armas de las que he dicho arriba.

“Entiéndese estas naciones hasta la mar del Sur la vía del poniente. Por el Oriente confinan con el gran río del Darién. Todas estas comarcas son montañas muy bravas y muy temerosas. Cerca de aquí dicen que está aquella grandeza y riqueza de Dabaybe, tan mentada en la tierra firme. Antiguamente había gran poblado en estos valles, según nos lo dan a entender sus edificios y sepulturas que tiene muchas y muy de ver, por ser tan grandes, que parecen pequeños cerros. Estos aunque son de la misma lengua y traje de los del Guaca, siempre tuvieron grandes pendencias y guerras, en tanta manera que unos y otros vinieron en gran disminución, porque todos los que se tomaban en la guerra se comían, y ponían las cabezas a las puertas de sus casas (Pedro Cieza de León. Crónica del Perú, capítulo XII [1552]. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 2005, disponible en internet).

 

“¿DÓNDE ESTÁ EL VALLE DE NORE?”
POR CARLO EMILIO PIAZZINI

Fragmento tomado del siguiente artículo:

Carlo Emilio Piazzini. “Planeación y procesos espaciales: configuración territorial del municipio de Frontino en el noroccidente de Antioquia (Colombia)”, en: Boletín de Antropología, Vol. 23, Nº 40, 2009. Universidad de Antioquia págs. 197-198 (disponible en internet).

“Pero es necesario ofrecer algunas claves que permitan contextualizar geográficamente la ocurrencia de dichos procesos. El toponímico Frontino aparece a principios del siglo XVII nombrando un sitio de explotación de oro, cercano de Antioquia la Vieja (West, 1972: 86), nombre con el cual se conocía por entonces el lugar en donde se había establecido en 1542, y por breve tiempo, la ciudad de Antiochia, fundada inicialmente por Jorge Robledo en la provincia indígena de Hebexico. Ahora bien, de acuerdo con varios de los cronistas y escribanos que participaron en la refundación de Antiochia, el asentamiento a donde fue trasladada se encontraba en la provincia indígena de Nore o Nori, vecina de otras denominadas Dabeiba, Guaca, Corome y Buriticá (Cabrera, 1945: 301; Cieza, 1941: 34; Tapia, 1945: 303). En una serie de mapas elaborados por cartógrafos holandeses durante la primera mitad del siglo XVII, los cuales debieron necesariamente consultar los documentos producidos por los españoles en el siglo anterior, aparecen los valles de Nore y Guaca situados en las montañas al este del Golfo de Urabá, y entre éstos y el río Cauca, aparecen Antiochia, Corome y Buriticá, lo cual, en términos topológicos, resulta coherente con el orden de localización de estos toponímicos en el presente. Valga anotar que actualmente Nore es el nombre de una vereda y un río localizados hacia el sur de la cabecera de Frontino, y que Corome es una hacienda localizada en el municipio de Abriaquí, cerca de sus límites con Frontino. Así mismo, en la tradición oral de los frontineños se dice que entre el barrio Manguruma y la vereda Nore suenan en Semana Santa las campanas de la iglesia de Antioquia la Veja, la cual se hundió como castigo divino por el festejo pagano que sus habitantes realizaban durante esas fechas. Por otra parte, resulta de la mayor importancia la presencia en el actual territorio de Frontino de antiguos enterramientos indígenas en forma de túmulo o montículo, rasgo muy destacado del paisaje arqueológico local que llamó la atención del cronista Pedro Cieza de León, cuando a propósito de la provincia de Nore dice que el tipo de sus tumbas era “tan grande como un pequeño cerro” (Cieza, 1941: 37). Todos estos datos, permiten establecer con cierto nivel de precisión que la antigua provincia de Nore se localizaba en la geografía del actual territorio de Frontino, mientras que las provincias de Guaca, Corome y Buriticá, han debido localizarse en los territorios adyacentes de los actuales municipios de Dabeiba, Cañasgordas, Abriaquí y Buriticá, planteamiento que coincide en términos generales con otros cálculos anteriores (Cf. Elejalde 1943; Pérez 1863: 38-74; Trimborn, 1943: 65; Uribe, 1885: 254)”.

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Localización de toponimia antigua en el noroccidente de Antioquia
Fuente: Carlo Emilio Piazzini, ob. cit.