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CANCILLERÍA CONFIRMA QUE EL BICENTENARIO SE ACABÓ EN COLOMBIA

En la actualización del 23 de septiembre pasado Albicentenario informó que 4 días después de su posesión, el presidente Juan Manuel Santos Calderón suprimió la Alta Consejería para el Bicentenario de la Independencia de Colombia (http://www.albicentenario.com/index_archivos/celebracion_colombiana158.html).

Como esa oficina era la delegada de Colombia en el Grupo Bicentenario, se le escribió la siguiente carta a la ministra:

 

Pereira, 27 de septiembre de 2010

 

Doctora
MARÍA ANGELA HOLGÚIN
Ministra
Ministerio de Relaciones Exteriores
Palacio de San Carlos
Bogotá, D. C.

Respetada señora Canciller:

Reciba un  cordial saludo y los mejores deseos por el éxito de su gestión, de parte de un  colombiano que ha venido trabajando el tema del Bicentenario desde el ámbito personal.

El motivo es compartirle esta inquietud: el pasado 11 de agosto, mediante el Decreto 3015 de 2010, fue suprimida la Alta Consejería Presidencial para el Bicentenario. Si  bien esta oficina tenía muy bajo perfil, su titular representaba a Colombia en el Grupo Bicentenario Latinoamericano, y lo más complicado es que por acuerdo hecho en Buenos Aires en abril de 2009 entre las diferentes comisiones bicentenario de la región se había designado a Colombia para la secretaría pro tempore del Grupo entre junio y diciembre de 2010, como dice la respectiva acta:

“La Secretaría Pro Témpore estará a cargo de los siguientes países:
 -hasta junio 2009: Argentina
 -julio a diciembre 2009: México
 -enero a junio 2010: Venezuela
 -junio a diciembre 2010: Colombia”
(Fuente: http://www.grupobicentenario.org/index.php?option=com_content&view=article&id=81&Itemid=55)

 

Cerrada la oficina del Bicentenario de Colombia, el Grupo regional -que ya venía flaqueando- queda paralizado, cuando todavía faltan 3 países por celebrar sus bicentenarios en 2011 (Paraguay, Venezuela y El Salvador).

La celebración del Bicentenario continental tiene gran importancia para la coyuntura y para el futuro de América Latina y el Caribe: a su interior como un espíritu de alegría y orgullo compartidos por la memoria del surgimiento de nuestras naciones, y hacia el mundo como el mejor comienzo de la “Década de América Latina” que proclamara el presidente de la República en las Naciones Unidas hace pocos días, porque es sobre esos 200 años de –como diría Cervantes– andadura independiente que América Latina podrá hablar como una región diferenciada.

En este sentido, Colombia no debiera renunciar de forma tan inopinada a la coordinación del Grupo Bicentenario Latinoamericano, sino por el contrario, asumir sus riendas y tratar de revitalizarlo.

Para ello no se tiene que resucitar la Alta Consejería, puesto que la representación de Colombia bien puede encargarse al Ministerio de Cultura, porque así lo permite la Carta de Intención que le dio origen a dicho Grupo en 2007 y porque es realmente la entidad y las personas que más han trabajado la conmemoración.

De antemano le quedo muy agradecido por la atención que dispense a la presente.

Atentamente,

 

Luis Javier Caicedo
Editor de www.albicentenario.com

 

 

La respuesta no pudo haber sido más elocuente:

“Me permito informarle que hechas las consultas, las actividades referentes al Bicentenario de la Independencia de Colombia ya han culminado”.

Al texto de la respuesta del Ministerio:

 

Esta respuesta no tiene en cuenta que el Bicentenario no terminó el 20 de julio pasado, sino que continúa con los 200 años de la independencia de Cartagena en 2011y demás hechos de la Primera República; pero en especial no se compadece con la Declaración que firmó el presidente Santos en Mar del Plata, Argentina, en la XX Cumbre Iberoamericana, que dice:

“51. Continuar impulsando la conmemoración de los  Bicentenarios de la Independencia, de modo que contribuya a la  proyección de la comunidad iberoamericana”.

 

ANEXO

POLÍTICA DEL PRESIDENTE SANTOS HACIA LATINOAMERICA

 

Intervención del Presidente Juan Manuel Santos ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en su 65° Periodo de Sesiones Ordinarias, 24 de septiembre de 2010 (Fragmento)
América Latina y el Caribe, que reúne cerca de 600 millones de habitantes, es nuestra área de interacción natural.  
La región incluye países con múltiples visiones políticas o posiciones diversas sobre muchos temas específicos.  
Pero nos congrega el interés por superar la pobreza, por mejorar el nivel de vida de nuestra gente, por insertarnos exitosamente en el mercado global y por proteger nuestro medio ambiente.  
Las naciones de América Latina están comenzando a asumir un liderazgo global en temas económicos, ambientales, de seguridad y desarrollo.  
En mi discurso de posesión, el pasado 7 de agosto —basado en los importantes avances que ha logrado mi país—, dije que le había llegado la hora a Colombia.  
Hoy, en este foro mundial, quiero ir más allá, y expresar, con entera convicción, que ha llegado la hora de América Latina.  
Los latinoamericanos asumimos con responsabilidad el manejo de nuestras economías, y gracias a ello fuimos una de las regiones menos afectadas por la crisis económica mundial.
Hoy nuestros países crecen sobre pilares económicos, sociales y tecnológicos más fuertes que nunca, y están en la mira de los inversionistas del mundo.  
Somos un subcontinente con una mayoría de población joven, con inmensos talentos y capacidad de trabajo, con ciudades y maravillas naturales que atraen a turistas e inversionistas del mundo entero, y con una riqueza ambiental inigualable.  
En estos tiempos en que el mundo demanda alimentos, agua, biocombustibles, pulmones naturales como las selvas, América Latina tiene millones de hectáreas listas para ser cultivadas, sin afectar el equilibrio ecológico, y toda la disposición, ¡toda la disposición!, para convertirse en un proveedor de los todos los bienes que la humanidad necesita para su propia supervivencia.  
Más de 925 millones de personas con hambre y en situación de desnutrición en el mundo son un desafío inaplazable.  
¡América Latina puede y quiere ser parte de la solución!  
La nuestra es la región más rica en biodiversidad del planeta, con el país más megadiverso del mundo, como es Brasil, y el país con mayor biodiversidad por kilómetro cuadrado, como es el nuestro, Colombia.  
No más en la Amazonía se concentra el 20 por ciento de la oferta mundial de agua dulce y el 50 por ciento de la biodiversidad del planeta.  
Colombia no es un país de altas emisiones contaminantes, pero queremos asumir nuestra responsabilidad con el planeta y su futuro.  
Con esta conciencia, apoyamos la iniciativa internacional para la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación, que busca generar y dirigir los recursos que sean necesarios para la reducción de la pérdida de bosques tropicales y de las emisiones asociadas.  
¡Queremos ser un país modelo para el mundo en el monitoreo de sus bosques, de sus emisiones de carbono y del estado de su biodiversidad!  
América Latina, en su conjunto, debe ser una región decisiva en la salvación del planeta.  
Nosotros reclamamos un nuevo acuerdo que sustituya al Protocolo de Kyoto —que vence en 2012—, que garantice el compromiso de todos, comenzando por las grandes potencias industriales, con la reducción de emisiones.  
Con las debidas compensaciones económicas, tenemos una inmensa capacidad para reducir la deforestación y plantar nuevos bosques, cambiando la historia no sólo de la región sino del mundo entero.  
Cuando inició el siglo XXI, América Latina y el Caribe apenas estaban comenzando su camino de inserción en la economía global.  
Hoy, diez años después, con estabilidad política y económica; con potencial agrícola, energético y ambiental, quiero enviar un mensaje a las demás naciones de nuestra región.  
El mundo tiene sus ojos sobre nosotros.  
Ahora nos corresponde abrir los nuestros, superar cualquier diferencia que persista, y pensar en grande.  
Si lo hacemos —y por todo lo anteriormente expuesto— podremos declarar al unísono, como lo hago hoy, en el umbral de la segunda década del tercer milenio:  
¡Ésta es la década de América Latina!  
Una década en que podemos crecer y progresar, pero sobre todo servir a nuestros pueblos y al bienestar de la humanidad.