HOMENAJE A EDILBERTO IMBACHÍ,
Nota de Albicentenario. Hay personas que se mueren una sola vez. Es la mayoría de la gente, cuya frágil existencia se agota en los límites de su envoltura corporal. Pero hay muertos que vuelven a morir. Seres inmensos que en vida pusieron su existencia al servicio de la justicia y de sus comunidades, y que al morir son echados al olvido. Así está pasando con Edilberto Imbachí, caracterizado líder del pueblo Inga del Putumayo, dirigente de la Organización Zonal Indígena del Putumayo (OZIP), vicepresidente de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) hace unos años y confundador de la Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (OPIAC). Intereses vinculados a la explotación petrolera lo mataron de nueve balazos el 2 de agosto de 2009. Dolió en el alma conocer a comienzos de noviembre de 2010 la muerte de Imbachí, pero dolió aún más saber que lo habían matado desde agosto de 2009, y en todos estos meses no se escuchó noticia de este magnicidio contra los pueblos indígenas de Colombia y de la Amazonía, porque esa es la dimensión de ese crimen. Cómo es que matan a un ex vicepresidente de la ONIC y cogestor de la OPIAC y no pasa nada. Imbachí era un paradigma de luchador de base, y en el peor de los terrenos: el Putumayo de la selva, la coca, el petróleo y el conflicto armado; donde sus grandes cualidades (honestidad, claridad de miras, talante recio, capacidad de diálogo e intuición para reconocer el momento oportuno) le sirvieron para defender los derechos de los Pueblos Indígenas, e igual lo salvaron de las muchas celadas que le había tendido la muerte a través de los años. Pero su grandeza de vida y de corazón, puesta al servicio de la Colombia multicultural y justa, hoy es apenas un número en las estadísticas: uno más de los 64 indígenas asesinados en el año 2009; un número para el olvido, para volver a morir. Honor a su vida y obra. Luis Javier Caicedo ASESINADO EDILBERTO IMBACHÍ MUTUMBAJOY DIRIGENTE INDÍGENA DE PUTUMAYO Tomado de: http://colombia.indymedia.org/news/2009/08/104921.php
Luto en las comunidades indígenas de Putumayo por el asesinato de un destacado dirigente. El hecho se presentó en una zona donde se discutía una posible exploración petrolera.
Así mismo, en nuestro país, se ha logrado provecho del contexto de guerra y del conflicto armado interno para el desarrollo de grandes proyectos en territorios indígenas, muchos de ellos sin llevar a cabo la consulta previa o mediante consultas inadecuadas. Con gran frecuencia se recurre a los grupos armados legales e ilegales para sembrar terror, miedo y zozobra antes de la realización de un proyecto. Ejemplos de estas situaciones se evidencian con la muerte de líderes indígenas como Kimy Pernía Domicó, quien fue asesinado en 2001 por paramilitares, por su férrea oposición y lucha contra la construcción de la represa de Urrá I, y Edilberto Imbachí Mutumbajoy, en agosto de 2009; la noticia sobre su muerte afirma lo siguiente: “Autoridades y familiares no descartan que se haya tratado de un hecho sicarial, mandado a hacer por personas que no querían la presencia del líder en esa región del departamento, donde las comunidades Inga luchan por un proceso de consulta frente al desarrollo de labores de exploración de posibles pozos petroleros en Puerto Rosario” Por su parte, la ONIC, ha denunciado que los paramilitares quemaron las casas de indígenas que se oponían a la construcción del oleoducto Rubiales-Monterrey; este proyecto es una iniciativa de ECOPETROL y Pacific Rubiales, que pretende realizarse en Puerto Gaitán, Meta. En este mismo contexto de guerra, se han perpetrado varias masacres y un centenar de asesinatos en el pueblo Awá, también ubicado en el departamento de Nariño; asimismo, en la Misión Internacional para la Verificación del Impacto de Agrocombustibles (2009), en el departamento del Vichada, se denunció que la empresa Hercaucho ha quemado dos comunidades indígenas y constantemente, llega a las otras tres a amenazar con armas de fuego a la comunidad para que se desplacen. La empresa ha rastrillado y destruido cementerios, envenenado los caños y disparado a los indígenas. En muchos lugares del país, por la vía de la violencia se ha logrado silenciar y menguar la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, muchos saben que oponerse con la razón y la palabra trae como consecuencia la muerte.
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