SEMBLANZA POLÌTICA DE RIOSUCIO, CALDAS

 

Evasión y Visión Poética – Política (1)

 

Por: Carlos Héctor Trejos Reyes*

 

Riosucio, agosto 13 de 1997

 

Una de las finalidades de la creación literaria es la “evasión”, fenómeno que ocurre en el escritor al sentir que no encaja en la sociedad que le correspondió en turno. La cual ve injusta, mediocre, contrahecha y de propósitos innobles. Lo anterior lo lleva a tomar como único refugio la literatura. Donde puede guardarse de la intemperie de la realidad que le es poco amable.

 

Pero de todas maneras no se puede estar las 24 horas del día en ese retiro, y el escritor debe salir, de su ya cada mes más derruida “torre de marfil”, a cumplir con su papel social, a respirar el aire común de sus congéneres, a caminar por las comunes calles, a sabiendas que de seguro, encontrará los mismos rostros, que de uno u otro modo hacen parte de su elaboración literaria, en este caso como sustento de su fuga.

 

Cómo no huir de donde parece que no pasa nada. Cómo no huir de una sociedad donde sólo abunda la palabra mal dicha, el pillaje, el mal gusto. Donde sólo los aconteceres funerarios sacuden algunos sentidos sentimientos, pero eso sí, muchos rumores, mucho “de qué hoy hablar”. En un lugar donde su parroquialismo extremo, y su errónea y mítica sabiduría ladina (para que entiendan) lo dejan cada vez con menos eventos de inteligencia. Sin embargo, gracias a no sé que hado, existen unas escasas excepciones de personas fuera de ese todopoderoso de mediocridad, que todavía poseen un sentido crítico responsable.

 

A razón de  esta aridez colectiva, aunada al calentamiento de la atmósfera, brotan en el espacio, con rigor cíclico – no precisamente de Baudelaire- las flores del mal de la política (los políticos). La palabra política NO? se puede seguir utilizando con tranquilidad, siempre y cuando se le acepte en el peor sentido que ella tiene, lejos de la asignación de arte que te dieron los griegos: “politiké”.

 

Con estos brotes, o mejor, alrededor de ellos, un nuevo tufo, por no decir aliento o aroma, mueve los aletargados espíritus del lugar, ¡gran milagro!, hay tema para convocar a la inútil murmuración, como lo dice Luís Tejada en su célebre “Manual del conversador”, y no a la deleitable y fructífera conversación.

 

El escritor, como ya lo dijimos, no puede sustraerse del ambiente que lo rodea, si no por unos instantes, y es así como lo vemos a la distancia tomar partido, desde su interior y para su interior, de los afanes que trae cada día a los hombres. Y dejemos al escritor ahí, para no hablar de la controvertida “Literatura comprometida”.

 

Al observar el panorama político del lugar del mundo que me tocó en suerte, lo más cercano que tuve para compararlo fue con un poema del apasionado, filósofo y sencillo poeta de Alejandría: Constantino Kavafis (1863 – 1933). Tantas veces celebrado por nuestro marihuano y exquisito vate, Raúl Gómez Jattin, de reciente y triste desaparición. Esta es, pues, una visión más poética que política, de un partidario de las letras, de un enfermizo elector de sueños, y de alguien que no ha dejado de botar y “votar” el tiempo leyendo lo que otros ilusos escribieron.

 

“Debieron resolver el dilema” es un poema donde un joven se encuentra en una ciudad que lo arrincona y lo desgasta, y donde no tiene un solo “peso” para gastar. Antioquía era la antigua capital de Siria, hoy ciudad de Turquía. Para nuestra analogía, el nombre de la ciudad puede tomar cualquier nombre que le indiquemos. Podemos quitarle la extravagancia de su vida, y acuñarle mejor: peculiar monotonía.

 

Estoy al borde de la ruina y sin hogar

Esta maldita ciudad, Antioquía,

Ha devorado todo mi dinero.

Esta maldita ciudad con su extravagante vida (2)

 

Las aptitudes del joven tienen que ver con los idiomas, con la filosofía, con la poesía; además, algo muy importante para su época: las disciplinas militares. Inclusive conoce sobre el mundo administrativo. Una pequeña acotación: Para Aristóteles la política consistía en una  buena administración del Estado, partiendo de un principio básico y elemental: del modo como se gobierne el hogar, se gobierna el Estado, así que quien maneje bien su casa, puede administrar bien el Estado. Para Platón las riendas de éste, deben quedar en manos adecuadas y su claro desarrollo depende en gran medida de los portadores del saber. Por lo cual el joven se cree calificado para servir a su país, de servir en cualquier empleo:

 

Pero estoy joven y sano.

Maestro en la lengua griega

(Conozco a Aristóteles y Platón de cabo a rabo,

                   Y los oradores

Los poetas y cualquiera otro que mencione).

Tengo idea de asuntos militares,

Y tengo amigos entre los jefes mercenarios.

Conozco algo del mundo administrativo.

He estado seis meses en Alejandría el año pasado,

Y é ( y es útil) algo de lo que allá sucede.

Las intrigas de Ka Kergetis, sus pillerías

                    Y todo lo demás.

Por eso me considero absolutamente calificado

Para servir este país

Mi amada patria, Siria.

Con cualquier empleo que obtenga

Trataré de ser útil al país. Eso intento.

 

Conoce las trampas, los obstáculos, los juegos sucios que utilizan quienes detentan el poder, pero él no es culpable de tal suerte y debe entrar en el juego.

 

Pero si me frustraran con sus maniobras

-Conocemos su diligencian no necesito decir más-

Si ellos me frustraran, no es mi culpa

 

Sabedor de sus propias condiciones, seguirá tocando puertas, son tres los candidatos que tiene para escoger y debe elegir a uno que le dé el beneplácito de acceder a un trabajo:

 

Me acercaré primero a  Zabinas,

Y si ese imbécil no me aprecia,

Iré donde su rival Grypos.

Y si ese idiota no me nombra,

Iré directamente donde Yircanos.

 

Cualesquiera de los tres me necesitará

Si no me importa con cual trabaje.

 

Sabe que los tres no sirven para estar en la administración  del Estado, en cambio él, sí llena los requisitos, o al menos, él no le hará daño a su nación. Su conciencia esta en paz. Pero como al principio de estas líneas: ¿Cómo acomodarse? ¿Cómo encajar?

 

Mi conciencia esta tranquila:

-Los tres son igual de malos para Siria-.

Pero, estoy arruinado, y no es mi culpa.

Solo estoy tratando (pobre diablo) de acomodarme.

 

Ni Zabinas, ni Grypos, ni Yirkanos son hombres honrados. Ninguno, sin importar sus nombres, sirve para gobernar. Pero uno de ellos será el escogido. En el poema son tres los candidatos y los dioses no se acordaron de poner un cuarto hombre en la disputa. Sabe también que los mismos dioses tampoco están aquí, que hace mucho se fueron, porque sus reinos no eran de este mundo, y une su voz a ese otro joven, muerto a los 28 años: Novalis, que dejo escrito: “En ausencia de los dioses reinan los fantasmas”:

 

Los dioses poderosos debieron resolver el dilema

Creando un cuarto hombre, un hombre decente.

Con gusto me había ido con él.

 

Aquí están los nuevos gobernantes. Los que suplantaron al poder divino. Aquí quizá haya cinco o más y sin embargo, seguirá faltando uno con el cual irse tranquilo.

 

Como el poeta brinda la posibilidad de un lavatorio de manos, desde el propio título del poema: “Debieron resolver el dilema”, “debieron”, o sea, ellos, los dioses, los que crearon la confusión, el dilema.

 

No hay más culpables. Así que cada quien está en libertad de elegir o hacer lo que quiera. Habrá humo blanco. Y cada dos años, borrachos, se bailará como si no hubiera pasado nada.

 

Riosucio, Caldas, agosto 13 de 1997

 

NOTAS

 

*Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia

 

1. Las presentes líneas son una excusa, a manera de divertimiento, para un ensayo literario cuyo tentativo título es: “La evasión en Hölderlin”.

 

2. El poema de Constantino Kavafis es una traducción directa del griego por Harold Alvarado Tenorio y Renata Frantzis, en: “Antología poética”. Editorial Tiempo Presente, Bogotá, 1988.

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